La coyuntura de la política regional con miras a la elección de congresistas el año próximo, perturba desde el 2025 los planes de los gobernantes territoriales porque, como en el caso de Risaralda, nunca antes hemos tenido en ciernes un plan de obras de gran calado que requieran palanca política.
Los congresistas -incluso de oposición al gobierno- abren las puertas de los ministerios e institutos estatales, que es donde está la plata. La prueba de ello es que cuando destapan el frasco de la mermelada aparecen sus nombres. Ahí es donde los políticos pierden la confianza y la fe de los ciudadanos.
Como región somos menos del 2% del poder político en el Congreso. Es muy débil nuestro pie de fuerza parlamentaria -así mal llamada porque en Colombia no hay parlamento-.
Hay falta de interés y de cohesión del tal bloque parlamentario de Risaralda. El senador liberal Juan Pablo Gallo nunca ha asistido a ninguna reunión. El senador conservador Samy Merheg solo estuvo en la primera. Los cuatro representantes a la Cámara: los liberales Aníbal Hoyos y Diego Patiño son cumplidos. Los Verdes: Carolina Giraldo envía un delegado y Alejandro García siendo el coordinador, está obligado a
asistir.
No les ponen músculo político a los macroproyectos regionales, ni les interesa ejercer como bloque de presión porque la política es funcional y en la selva electoral ningún propósito supera la necesidad de sobrevivir. El después no existe. Claro, salvo que el interés político coincida con el del gobernante.
La aspiración de Diego Patiño Amariles al senado y la aparición frentera del senador Gustavo Moreno en el escenario político risaraldense -de la cuerda del gobernador y el alcalde- son parte del problema.
Esta situación obliga al gobernador y al alcalde a jugar sus cartas con estrategia y visión, porque al final lo único que cuenta son los resultados.
A hoy, el resultado no puede ser más desesperanzador si se trata de asegurar recursos de la Nación para las obras aprobadas en el Plan Nacional de Desarrollo (impulsadas por ellos en el Congreso), pero con serios problemas de gestión financiera con la Nación, de al menos billón y medio de pesos.
Entre el hospital de cuarto nivel; planta de tratamiento de aguas residuales PTAR; recursos adicionales para la Av. Los Colibríes para evitar trancones en Cerritos siendo la única entrada y salida desde y hacia el Valle.
También necesitarán remolcada parlamentaria las segundas calzadas La Romelia-El Pollo y Cerritos -La Virginia porque la plata del peaje de Cerritos no alcanza.
En síntesis, se requiere un acertado trabajo de congresistas que además de votos para repetir curul, piensen también en el bien común y servir bien a Risaralda.