NUESTRO TURISMO RURAL

Risaralda es un territorio de bosques protegidos, algunos selváticos en límites
con el Chocó pero en general, tierras rurales dedicadas a la explotación agrícola con
énfasis en el café y en alguna medida, la ganadería.

Pereira es uno de los municipios con mayor extensión rural del país. Con 604 kilómetros
cuadrados de extensión de los cuales unos 80 kilómetros cuadrados son zona urbana y
suburbana.

Quienes no están familiarizados con las rutas rurales, con frecuencia se suelen extraviar
mientras se orientan en el Weze o alguien les dice por dónde pueden salir a la ciudad.
Percibo que una inmensa mayoría de pereiranos somos tan citadinos que escasamente
conocemos una que otra finca y desconocemos la Pereira profunda que esta asociación
promotora de turismo rural quiere visibilizar.

Pensé en esto el fin de semana al atender una invitación del exsecretario de gobierno y
exrector de la Universidad Libre, Jonás Ochoa Brito a la instalación de la junta directiva de Atured, (Asociación de Turismo Rural de Risaralda), en la finca Las Cascadas ubicada en la vía de Condina en la salida a Armenia.

Allí compartí con los seis entusiastas dirigentes Julio César Torres, Juan Esteban Montoya,
Yakeline Palacio, Abelardo Villada, Jonás Ochoa Brito y David Ramírez, expertos en el
negocio del turismo rural, varios de ellos capacitados por la Fundación Panaca.

Y no están enfocados sólo en el paisaje cultural cafetero cuyo modelo paradigmático de
turismo está amenazado, porque no pocos creen que esa declaratoria de la Unesco estará
en riesgo, hasta cuando el riesgo deje de serlo.

Los directivos de Atured están comprometidos con la diversidad de atractivos que
tenemos en el Departamento de Risaralda, entre ellos la variedad gastronómica ancestral
desde la gallina enterrada de Apía hasta la arepa de ángel de Quinchía, el turismo de
montaña, senderismo, avistamiento de aves, ecoturismo, prácticas agrícolas y pecuarias
como el ordeño, y otras actividades y entretenimientos del sector.

Ellos están seriamente preocupados por la suerte de las tierras que se vienen urbanizando y convirtiendo en viviendas campestres y que tradicionalmente han sido fincas de producción agrícola y pecuaria abasteciendo el mercado local-regional clave en el aseguramiento alimentario de la población.

De igual manera, les preocupa el deterioro de las aguas de las innumerables quebradas, la minería ilegal y el mal estado de las vías terciarias que conducen hacia las fincas a donde se espera que lleguen los turistas.

Ese es un gran reto que tienen las autoridades, como respuesta de apoyo al esfuerzo de
esta nueva asociación, que se espera tenga mucho éxito en sus propósitos de promoción
de nuestro turismo rural.