EL CALVARIO DE LOS JUEGOS NACIONALES

Los traumáticos Juegos Deportivos Nacionales que se realizan cada cuatro años en diferentes sedes, para los gobernantes cada vez más parecen un calvario anunciado en el que hay que tener listos los Cirineos que ayuden a llevar esa cruz.

Son vergonzosos los escándalos de corrupción con funcionarios en la cárcel o huyendo, o por las obras inconclusas en los Juegos de Ibagué en el 2015 y después en San Andrés y otras sedes.

Con los de noviembre y diciembre próximo, en Pereira habremos realizado tres veces los Juegos (1974, 1988 y 2023) hasta ahora sin escándalos, pero con contratiempos en la ejecución de las obras que esperamos estén listas las que se ejecutan y se hagan las pendientes, como el caso del Complejo de Tenis de Campo.

El deporte de alta competencia, aunque tiene una estructura fundamentada en la Ley del Deporte, tiene muchas deficiencias que se originan en la iniciación y formación de talentos, pasan por las precariedades de los escenarios deportivos y terminan en los egos de los gobernantes y en especial, la clase política cuando asciende a los ministerios donde vale huevo todo lo que sea diferente a lo que ellos desde su mezquindad, quiere.

En esta historia y desde mi experiencia cuando en julio de 2004 fui delegado de la Federación Colombiana de Natación a los Juegos Nacionales de Bogotá-Girardot, abogamos exitosamente para pedir que los Juegos se pusieran en el inicio del circuito del ciclo Olímpico y desde entonces se programan para el mes de noviembre.

En la nuez del problema de los Juegos Nacionales está el trámite para la definición de la próxima sede y la asignación de los recursos económicos. El próximo ensayo se hará con los nuevos gobernadores y alcaldes para que al inicio de sus mandatos pidan la sede y ellos mismos ejecuten los juegos al término de sus períodos.

Según me dice el secretario de deportes de Pereira, Gustavo Rivera, el presupuesto para iniciar las obras de los escenarios deportivos deberá estar disponible dos años antes. Si ha habido un trancón en los Juegos de noviembre próximo, es que, entre el anterior y este gobierno nacional, hemos tenido cinco ministros del deporte y que la plata para estos Juegos apenas se giró en diciembre pasado sin la cual no se podían convocar licitaciones para las obras.

En Pereira se nos quedaron por fuera la recuperación del velódromo, la pista de patinaje, la pista de atletismo cuyos estudios y diseños están listos, pero MinDeportes no quiere revisar, según me informa Gustavo Rivera, el zar local del deporte.

¿Qué sería lo ideal? Que en consideración de que los Juegos se hacen con decisiones y recursos tanto económicos como logísticos de Estado (Nación, Gobernaciones y Alcaldías) los parlamentarios legislaran los Juegos como política pública en la que se diga con ocho años de anticipación cuál sería la próxima sede y cuál sería el presupuesto que el Plan Nacional de Desarrollo debe aprobar para tal fin.

El día que, por encima de la cosa politiquera y los egos, estén los Juegos, con seguridad el certamen estará lejos de la improvisación y las afugias, y tendrá toda la majestad que merecen las justas deportivas y la ciudad donde se realicen.

En el caso de los Juegos en el Eje Cafetero, los recursos para la construcción de las obras y preparación de los deportistas solo estuvieron disponibles para gobernadores y alcaldes -que son los responsables del evento y los que ponen el pecho- en diciembre pasado después de la parafernalia dos meses antes con la firma del convenio marco.

Es innegable la importancia de los Juegos. En otros tiempos se involucraba mucho más a las comunidades y organizaciones sociales. Cuestión de estilos. El turismo deportivo trae recursos a la hotelería, gastronomía, transporte, comercio y otras áreas del consumo cotidiano.

Y lo más importante, el buen nombre de la ciudad y la proverbial hospitalidad de los pereiranos, vuelve a la cancha de los grandes eventos deportivos en los que Pereira, como decía el padre Antonio José Valencia, ¡Nunca falla!