NUESTRA INTOLERANCIA

En nuestra infancia casi siempre creíamos tener la razón. Con el paso del tiempo la experiencia y la cultura nos van enseñando que estamos lejísimos de tener la verdad universal.

Si formamos una consciencia crítica descubrimos que las propias convicciones pueden ser extrañas y hasta agresivas para algunas personas. En tal momento los psicólogos consideran que ha llegado el momento de la madurez. Entonces aprendemos a no ser inoportunos.

Controlamos la expresión de nuestras opiniones y evitamos conflictos innecesarios. Para convivir, aprendemos a tolerar.
Pero en Colombia mucha gente calla, pero no por prudencia sino por temor a los poderosos, los narcos, los paramilitares o los guerrillos, así esté convencida de tener la razón.

Esto nos torna más agresivos, por ejemplo, que en España, donde en común insultarse, pero raras veces se atacan corporalmente. Y no se trata de una supuesta pérdida de los valores tradicionales, pues no es correcto que antaño hayamos sido más tolerantes, sino que manejábamos la violencia en forma distinta.

Desde la independencia quien ganaba una de nuestras guerras civiles imponía al perdedor sus creencias e intereses, de manera que la causa psicológica de nuestra violencia consistiría en la intolerancia de nuestra mentalidad.

Cuando creemos tener razón estamos dispuestos a llegar “hasta las últimas consecuencias”.

Pero esto no es nuevo, para muchísimos filósofos la intolerancia ha estado ligada a la mitificación del concepto de verdad. Durante siglos se nos enseñó que la verdad debe primar siempre.

De tal manera los conflictos entre distintas “verdades” parecen inevitables y solo la certidumbre de que no existe ningún humano que posea toda la verdad nos puede hacer tolerantes.

Al respecto oigamos al filósofo Isaiah Berlin:“ si usted me pregunta porque creo en los derechos humanos puedo decirle sencillamente que es la única forma decente de que los humanos vivan juntos. Y si me pregunta qué significa decente puedo decirle que es el único tipo de vida que los humanos debemos seguir para no destruirnos  unos a otros”.