En medio del estruendoso fracaso de la Avenida Los Colibríes, el alcalde Mauricio Salazar hizo la rueda de prensa e “inauguró” el desastre que nadie explica y cuyo alcance jurídico y técnico está por verse.
Que Los Colibríes sea un elefante blanco o un monumento a la corrupción, más que un pronunciamiento político y administrativo, es una denuncia pública del alcalde Salazar fundamentada en el informe de la Comisión Interdisciplinaria (abogados, ingenieros y funcionarios), que él designó a inicios de enero pasado.
No es cosa menor que un alcalde en rueda de prensa, en el sitio de los hechos, haga semejante denuncia y agregue que hará seguimiento a esos procesos.
En el ojo del huracán de este escándalo están los contratistas, interventores y funcionarios de la anterior administración municipal, pero existen muchas dudas respecto de la posibilidad de que sobre esos procesos judiciales y fiscales se cumpla el precepto constitucional de “pronta y cumplida justicia”.
Sobre Los Colibríes durante más de dos años ha habido suficiente ilustración en medios de comunicación, pero casi nada en las autoridades competentes. De tal manera que el gran riesgo es que todo quede en denuncias y titulares de prensa
Lo que no se hizo o se dejó de hacer en Los Colibríes, como con la glorieta de Corales, son capítulos para la historia de la arrogancia del poder, la improvisación técnica y financiera y lo que al final diga la justicia administrativa y penal.
Por su lado, la Comisión de Moralización de Risaralda (Fiscalía, Procuraduría, contralorías Municipal, Departamental y la regional de la Contraloría General de la República como órganos de control, declararon prioritario “El caso Colibríes”
Desde lo político, los casos de Corales y Colibríes es la foto de la arrogancia del poder y las decisiones y procedimientos de alto costo político, social y económico para la ciudad y para sus autores, dicho sea de paso.
Hoy, el clamor es que el alcalde Salazar haga lo que tenga que hacer para terminar la primera fase y avanzar en la segunda fase hasta el Bioparque Ukumarí.
Su intención -según dijo- es avanzar, poniendo énfasis en que hoy el Municipio no tiene los $250 mil millones o más que valdría terminar Los Colibríes.
Alternativas: El mecanismo de valorización, deuda pública y apoyo del gobierno nacional, quizás a través de Vías del Samán.
La plusvalía, como mayor valor compartido entre el propietario y el Municipio, solo aplica en casos de venta posterior del inmueble. Y pedir apoyo al gobierno de Risaralda es pedirle al que necesita.
En síntesis: Pereira no aguanta otra frustración en materia de infraestructura vial y la pelota está ahora en la cancha del alcalde Salazar.