Le hice la pregunta al alcalde Mauricio Salazar sobre las críticas que algunos sectores de opinión le hacen por los eventos artísticos, desfiles y atracciones que conforman la variada programación de su administración.
La estrategia incluye las visitas del Plan Padrinos a los barrios en las que, mientras el alcalde llega y reúnen la comunidad, presentan cantantes. Allí cada secretaría e instituto descentralizado coordina y responde al alcalde por el acompañamiento a las comunidades en las necesidades más sentidas que buscan ser solucionadas.
“Yo no voy a dejar de llevarle alegría, entretenimiento y esparcimiento a la comunidad pereirana porque prefiero esa estrategia de acercamiento a la gente en lugar repartir mercados o esa clase de ayudas también muy criticadas”, me dijo como respuesta y agregó: “no me nace regalar mercados como sí lo hacen otros gobernantes”.
Sostiene además que, “esos espectáculos movilizan el comercio y la derrama económica como se ha demostrado en las fiestas de la Cosecha y recientes desfiles de navidad en donde se puede verificar la presencia de turistas”.
A lo largo de la historia de la humanidad el espectáculo ha sido parte del ejercicio del gobierno y algunos gobernantes en sí mismos vistos como personalidades atractivas, verdaderos imanes, por cierto, cada vez más escasos, son un espectáculo.
En los momentos más críticos del imperio romano abrían las puertas del sorprendente Coliseo Romano, donde la lucha a muerte era el escenario perfecto para aliviar las tensiones de las crisis y los problemas de Estado.
La propia personalidad del alcalde Mauricio Salazar (merece columna aparte), se ajusta a las exigencias que representan gobernar a una ciudad que, en medio de escándalos de excesos y corrupción durante más de una década registra atrasos sustantivos en infraestructura vial, crecimiento de pobreza económica, desindustrialización y otros problemas que también requerirán tiempo, planeación y recursos. Y mucho liderazgo transformador.
Esto me hace recordar el famoso libro La Sociedad del Espectáculo del filósofo y sociólogo francés Guy Debord (lo recomiendo), quien, en su análisis crítico, asume que, “la vida social auténtica se ha transformado en relaciones mediadas por las imágenes y mercancías que sustituyen la experiencia real, fragmentando al individuo bajo el dominio de las apariencias”.
Algo de eso hay en la presencia masiva de buena parte de la sociedad pereirana en los eventos del alcalde, de lo cual no se aleja mucho el alcalde de Dosquebradas, Roberto Jiménez.
Lo que está por verse es si el espectáculo le pega a la medición de los resultados finales, y que el elector diga si el alcalde fue bueno o malo. Es lo que cuenta.




