La historia como la lepra, se cuenta a pedazos. Leyendo “Crónicas recuperadas” de nuestro primer cronista local, Ricardo Sánchez Arenas -en ese pequeño gran libro del colectivo pereirano Destiempo- imaginé cada calle de la Pereira de principios del siglo XX y sufrí cada tragedia del autor, afectado y curado de lepra.
En El Diario del inmolado periodista liberal Emilio Correa Uribe y a ritmo de crónica como género periodístico, Ricardo Sánchez escribió graciosas y trágicas vivencias de la elemental cotidianidad pereirana.
Compilado por Mauricio Ramírez Gómez -estructurado director cultural de la Cámara de Comercio de Pereira- nos trae 85 páginas con la virtud de despertar remembranzas. Una de ellas, me recuerda al maestro Fernando González, autor de Los Negroides, quien predicaba que los libros debían caber en el bolsillo para poder leerlos en cualquier parte.
Al describir sus días de tratamiento de la lepra en Agua de Dios, Sánchez Arenas también me evoca a Henri Charrière en Papillón cuando en su aventura por la Guyana en un campamento de leprosos le ofrecieron un pocillo de café y al terminarlo vio en el fondo de la vasija un pedazo de dedo.
Incluyendo la estupenda entrevista al maestro Luis A. Calvo, autor de la música del himno de Pereira, la aparición del cine y la casita que el gobierno le dio, sus relatos caen a pedazos sobre las hojas de la historia del visionario grupo social de la generación de los años 30 que como en ningún otro período de Pereira, pensó e hizo una ciudad grande y con grandeza.
Ricardo Sánchez ya escribía crónicas cuando en Aracataca en 1927 nacía Gabriel García Márquez, sin imaginar que su descripción del naciente Macondo cuando en Cien años de soledad nos hace recordar su enorme parecido con el asentamiento inicial de Pereira, al decir: “Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”.
Hay un presagio remoto de Ricardo Sánchez si colegimos la coincidencia macondiana, justo ahora que el estudio de balance hídrico de la Empresa Aguas & Aguas nos anuncia que si no nos ponemos las pilas, a partir del año 2030 (o sea pasado mañana), Pereira vivirá la crisis de abastecimiento de agua como nunca antes en su juvenil pasado.
Pese a sus limitaciones, es evidente el talento de Ricardo Sánchez para construir historias en un género periodístico que se extingue sin razón alguna.
En las crónicas de Ricardo Sánchez Arenas, además de la huella indeleble en la formación de nuestra sociedad, también hay claves para rescatar en las entretelas de su narrativa.