ICHAZO INMENSO Y EL PEREIRA, ESPECTACULAR

Si hablara la gramilla del estadio Hernán Ramírez Villegas diría que fue un triunfazo y un partidazo el jugado de principio a fin el sábado 26 de abril entre Deportivo Pereira (1) y el líder del torneo, Junior de Barranquilla (0).

Con ese cuento de que Junior es tu papá ya no se puede ir a misa cuando al frente el planchón de estrellas del profesor Farías se estrelló con un Deportivo Pereira aparentemente humilde y débil pero debidamente sincronizado entre líneas y excepcionalmente entrenado y dirigido desde la raya por el profesor Dudamel, quien de dos partidos dirigidos lleva dos en línea y mostrando los dientes del lobo en las puertas del octogonal.

Después del minuto 80, en los últimos 10 que al final fueron 14, Pereira no perdió nunca la intensidad, la actitud y la concentración en buenas dosis, claves del triunfo. Vimos a Dudamel en la raya haciendo los cambios a tiempo y de manera estudiada.

En el primer tiempo Pereira hizo el desembarco en territorio Juniorista. Fue una tromba en el ataque, el estadio era una fiesta pero el salvador fue el gran portero Santiago Mele quien atajó de todo, menos la pelota en el ángulo que le puso Carlos Darwin. Allá solo llegan las telarañas.

Capítulo aparte es el inmenso Salvador Ichazo quien, en los momentos cruciales, cuando Junior se fue encima del territorio Matecaña, respondió con la prestancia y eficiencia acostumbrada.

En la antigua Grecia se le llamó cancerbero a la fiera mítica de tres cabezas que custodiaba las puertas del infierno. Infierno que por instantes se convirtió la zona de candela Matecaña donde pese a la eficiencia defensiva, Ichazo hizo lo suyo de manera impecable generando frenesí en las tribunas.

En la charla de los medios el viernes en la mañana, pregunté a Dudamel (quien fue un gran portero), si dormía tranquilo con Ichazo en el campo de juego. El técnico venezolano no ahorró elogios al profesionalismo, seriedad y capacidad de Ichazo destacando la forma como aporta seguridad y liderazgo a sus compañeros.

Se sabe que el uruguayo y su familia están felices y tranquilos en Pereira. Que son tratados con cariño y respeto por la ciudadanía. Que en la pasada crisis por falta de pagos oportunos motivó a no perder la cabeza ni el rumbo del equipo. En las tribunas los aplausos se han hecho extensivos con voces de admiración al nuevo ídolo del Deportivo Pereira.

Fue un lujo y un privilegio asistir al espectáculo de dos estupendos porteros y un Junior perdiendo el invicto de diez fechas e en vano alineando la pesada en la cancha.

A su paso por la zona mixta, el arrogante Teo Gutiérrez encabezó el desfile de jugadores “estirando trompa” -como dicen las abuelas- y con toda razón, porque si la gramilla del estadio hablara, diría que esta vez, el papá del Junior fue el Deportivo Pereira, remolcado por una acertada y motivante dirección técnica y una hinchada ilusionada como casi nunca en meses recientes.

Se le ganó al que había que ganarle. Esa es la actitud y ese es el camino.