La más socorrida definición de democracia, como la del gobierno del pueblo y para el pueblo, ha mutado en las dictaduras, las que utilizan ese apellido para ocultar su atropello, los países sometidos cambian su nombre para agregarle la palabra democracia; la Alemania oriental, la que se escondía detrás del muro de la infamia, era la que auto denominaba como democrática.
Las dictaduras se sostienen y existen puesto que son el resultado de la acción de grupos organizados que actúan de manera coordinada para dominar y subyugar a unas mayorías desarticuladas, las que resultan ser las víctimas y a la vez las generadoras de los recursos que se reparten de manera generosa los compadres que la componen; la dictadura venezolana no es el resultado de la acción de Maduro y Diosdado, sino de toda una bandola, algo que contradice que es el pueblo venezolano quien debe resolver lo que a Venezuela atañe, esa falacia la corrige la fuerza de los fusiles, mientras que el ejército de los Estados Unidos, el más poderoso, cuenta con 900 generales en su armada, aviación y ejército, Maduro cuenta con bien remunerados 2500 generales.
Putin acumula 25 años en el poder, los Castro más de sesenta años en la miserable y mendicante Cuba, Ortega comparte con su esposa el poder desde el 2.006, el peronismo acumuló más de treinta años en la Argentina, y Venezuela desde 1.999 en manos de la nueva versión de la dictadura, y qué decir de la apabullada Corea del Norte, o las de los antiguos satélites de la ya desueta Unión Soviética, y para abundar no sobra hacer un repaso sobre lo que ha ocurrido en el África.
Las dictaduras perduran, se reproducen y se apoyan, es así como si, música de fondo, se escuchara a Rolando Laserie cantando “HOLA SOLEDAD” en la anunciada posesión de Maduro, solo recibió a tres presidentes, los dictadores y despiadados colegas de: El Congo, Nicaragua y Cuba.
Petro, el nuestro, electo con la bandera del cambio y de la honestidad, está gobernando cambiando no hay duda, a los ladrones de ayer por los más desaforados de hoy, la nueva élite, ahora nos muestra a verdaderos combos, no es un pariente favorecido, son familias enteras en la nómina.
A pesar de que la corrupción campea, que el nepotismo es la norma y no la excepción, tenemos la esperanza de que habrá elecciones limpias y que su resultado será respetado, cosa que no ha ocurrido recientemente en Venezuela y tampoco en Colombia y para ello es necesario repasar quienes siguen apoyando este gobierno, a pesar de los desastres, la destrucción de lo poco que funcionaba, de una burocracia de familias enteras, inexperta cuando no ladrona, a pesar de todo, el combo gobernante crece y se reproduce.
Si revisamos esa cuarta parte de los colombianos que respalda esta administración encontraremos que está compuesta, de una parte por aquellos comunistas por convicción, quienes sostienen que no debe haber ricos ni empresarios, ni que la gente haga lo que quiere sino lo que el todo poderoso Estado demanda.
Ellos son una minoría que muchas veces se torna violenta. A ellos se suman los que ocupan los cargos y de ellos hacen fiesta los que viven sabroso, ese es otro contingente; y finalmente quedan los vanidosos, aquellos que apoyaron y votaron por el cambio y como nunca se equivocan, se tapan ojos y oídos para no aceptar que erraron y los estafaron, como tantas víctimas de los atropellos guardan silencio para no sufrir la vergüenza de aceptar que fueron tontos y por ello presas fáciles.
Ojalá que no se repita lo que vemos en el vecindario y que Rolando Laserie no nos cante su himno a esa vieja amiga.