DESINFORMAR PARA CONTROLAR

Según el filósofo Michael Foucault vivimos la época del “biopoder”: un momento de la evolución en el cual la vida humana es controlada a través de maquinarias que organizan nuestros cerebros y moldean nuestra percepción del mundo, utilizando enormes sistemas de comunicación y variadísimas redes de información. Veamos algunos ejemplos.

Desde hace más de tres décadas el expresidente López Michelsen advirtió al país que, por no haberse señalado de manera expresa en el tratado Esguerra-Bárcenas el meridiano 82 como límite marítimo entre Colombia y Nicaragua, cualquier controversia sobre este asunto en instancias internacionales podría resolverse en forma distinta a nuestras pretensiones, como efectivamente ocurrió.

Sin embargo nuestros sucesivos gobernantes no solo ignoraron este delicado riesgo, sino que usaron de manera permanente los medios de comunicación para asegurarnos que nuestros derechos sobre esas aguas eran indiscutibles.

Ahora, cuando la Corte de La Haya ha emitido su fallo en el sentido pronosticado por el expresidente… no solo se niegan a reconocer que cometieron un error al mantenernos desinformados sobre las reales perspectivas del caso: insisten en hacernos creer que se trata de un “atropello jurídico”; manipulando así nuestra afectividad patriótica con el fin de conservar su prestigio, y obtener votos en las elecciones.

Otro ejemplo: durante un mal llamado “paro agrario” la TV y los medios escritos nos mostraron centenares de “productores de papa”; los cuales perderían sus cosechas debido a los bajos precios, “por culpa de la falta de asistencia e imprevisión del gobierno”.

Sin embargo, en las centrales de abastos cualquier mayorista podría explicarnos que ese fenómeno es recurrente: cuando se comete el error de sembrar demasiada papa, se produce demasiada papa… y entonces bajan los precios. El mercado se comporta así desde hace unos 500 años.

A pesar de ello, los tales “paperos” lograron que el gobierno, amedrentado por los efectos mediáticos de sus trifulcas con la policía, les financiara un exceso productivo del cual eran únicos responsables.

Y aún más. Con gran despliegue mediático, el senador Robledo señaló que los tratados de libre comercio, TLC, eran los verdaderos causantes de aquel paro, debido a que la producción local era desplazada por las importaciones de USA y otros países.

Pues bien: resultó que la papa, la leche, el arroz y los demás productos ” vienen de ciertos países con los cuales no utilizamos esa clase de tratados, como Perú o Ecuador ¡Y hasta entran de contrabando desde la arruinada economía venezolana!

Finalmente, como consecuencia directa de las escenas de violencia callejera rmostradas por la TV y en los demás medios, casi el 80% de los encuestados por Gallup suelen manifestar que la situación económica es lamentable.

Pues no hay tal: basta ojear las estadísticas del Banco de la República para registrar que desde el año 2010 el ingreso “per cápita” ha pasado de 5.331 dólares a 8.378; que las exportaciones suben en el mismo lapso de 39.820 millones de dólares a 63.700 y que el índice de precios al consumidor ha bajado.

Además, el desempleo durante aquel mes del “paro agrario” fue el más bajo en 10 años.

¿Se necesita algo más para comprobar que no solo el gran capital o el Estado, sino muchísimos actores sociales forman parte de ese “biopoder” que nos controla mediáticamente?