“Con La muerte de Pepe Mujica y el papa Francisco, el mundo es menos bello” Antonio Scocozza.
Sin duda ambos no eran: ni oligarcas, ni fascistas, por el contrario merecedores de respeto y admiración por una vida coherente con sus ideas y con la bonhomía; Mujica, quien tenía a su disposición palacios y limusinas, viajes y lujos, vivió modestamente, sin ropa de marca, ni cosméticos y menos embellecedores, no odió ni persiguió a los empresarios de su país, entendió que el bienestar es el resultado del trabajo y del emprendimiento, que el estado no genera riqueza y por lo tanto la destrucción del aparato productivo no es progresismo sino pobresismo.
El papa Francisco un ejemplo de modestia, de tolerancia, de prudencia, defensor de la paz, de la concordia, recibió a los buenos y a los malos, entendió que la iglesia debía sanearse.
Ambos son ejemplo para los vanidosos que se creen dueños de la verdad absoluta, de los camorreros y pendencieros, de los vendedores de lámparas mágicas y promeseros sin capacidad ni intención de cumplir con su palabra.
“Aquí no pasa nada”, aparte de los magistrados, jueces y secretarios honestos, tenemos que aceptar que la rama del poder público que necesita una purga es aquella contaminada por los togados que favorecen a delincuentes, que tal un magistrado, en audiencia pública, aconsejándole al testigo, a quien interroga, que mienta; o el juez 05 penal Especializado de Bogotá, quien, al negar el preacuerdo pactado entre la Fiscalía y Olmedo López, pre absolvió a ministros, a congresistas y a altos funcionarios encartados por multimillonaria corrupción, disfrazando, el togado, su intención de destruir todas la pruebas declaradas, con el argumento de que la pena pactada no se ajustaba con la gravedad del delito, mientras que con su decisión le garantiza impunidad a los compradores, vendedores y ladrones del patrimonio de los colombianos.
Con el discurso de que el pueblo es la suprema autoridad, algo que ya demostró Santos es apenas un deseo, recuerden cómo se burló del resultado en las urnas; ahora el presidente Petro somete a consideración de los colombianos, otra estafa que costará cientos de miles de millones de pesos, los cuales servirán para financiar elecciones, como aquellas en las que cobró por derrotar a comparsas que se prestaron para el entuerto, y de sobre mesa, peor, como lo denuncia la congresista Catherine Juvinao, 8 de 12 preguntas que se someten otra vez a la aprobación popular, ya son leyes en vigencia, y deberes que el gobierno ha ignorado y ni siquiera presupuestado, tramoya a la que suma otra pregunta de perogrullo, con la intención de derrotar la derrota sufrida en el Senado, cuando inquiere si los colombianos estamos de acuerdo con que las medicinas sean más baratas, mientras tanto el ministro, acusado por la congresista Lina Garrido, de asesino cuando dice en público que tienen a las prestadoras de salud “en cuidados intensivos hasta que se aprueben la reforma a la salud”, como si ignoráramos que el 60% de la atención médica de los colombianos está en manos de este gobierno, mientras crecen las colas de los enfermos quienes padecen por la ineficiencia y la corrupción que los condena a sufrir y morir.
En contrate con el vecino Presidente del Brasil quien también visitó a la China acompañado de trescientos empresarios, con una propuesta y agenda de trabajo concertada, el nuestro viajó con un avión repleto de ministros y lambones sin un qué hacer definido, así el millonario viaje solo sirvió para que el locuaz presidente pronunciara otro de sus discursos estratosféricos, nada habló de la crisis de la salud, de la inseguridad, del déficit ya impagable, de la balanza de comercio inequitativa y para solaz de la prensa internacional y molestia del gobierno de un país que no tiene tiempo para fantasías retóricas.