Los indígenas del Tierra del Fuego portaban brazas, el fuego era una manera de mantener la temperatura en las tierras gélidas de la Patagonia, iniciarlo no era fácil, pero como donde hay rescoldos es fácil encender de nuevo la hoguera, mejor era cuidar lo que daría inicio a la fuente de calor y de vida.
Dicen los campesinos que vaca ladrona no olvida el portillo, entender a Petro entonces no es difícil, su pasado violento, sus despliegues de emperador más que de presidente, sus ínfulas de salvador de la humanidad, sus desapariciones inexplicadas, su desprecio por el tiempo de los demás y la corte de la que se ha rodeado lo muestran de cuerpo entero; más complicado es entender a sus fanáticos, puesto que ellos son una variopinta mezcla de criterios, de aspiraciones.
Cuando los investigadores de la conducta trataron de encontrar la razón por la cual un pueblo culto, civilizado como el alemán, siguió a un monstruo como Hitler y no reaccionó ante la masacre que se estaba dando ante sus ojos, la explicación que aparece es la de que ellos simplemente no se sentían responsables, la culpa reposaba en los hombros del jefe, en este grupo cabe, como se demostró experimentalmente, un poco más de la mitad de la población.
Otro grupo de los seguidores de quien se considera como el ungido por el pueblo, el único dueño de su voluntad y fiel intérprete de su pensamiento, son aquellos que se enriquecen: los burócratas, empresarios y políticos que se están llenando los bolsillos con los dineros ajenos, los casos de los carrotanques, los contratos millonarios para los jefes de poblaciones nativas, el despilfarro en publicidad y marchas palidecen ante el atraco a los entes prestadores de salud, las EPS intervenidas, de las que desaparecen billones, son peores que aquellas escandalosas de las compras y los sobrecostos, este desastre que causa dolor y sufrimiento e incluso la muerte de muchos no les importa a los zurdos, puesto el responsable es el otro.
Hay otros, como los llamados de la primera línea, mal remunerados, pero quienes pudieron dar rienda suelta a sus más bajos instintos apoyados por el gobierno de turno, pudieron hacer uso de bombas incendiarias, destruyeron con impunidad los buses y el sistema de transporte para los que de ella necesitan, causando más que molestias, dolor y hasta muerte a quienes enfermos les violaron sus derechos y el acceso a médicos y hospitales, a ellos habrá que sumar los que hacen bloqueos y marchan uniformados a las órdenes de quienes reciben los contratos millonarios.
Pero quienes no pertenecen: ni a grupos organizados, ni de ladrones, ni de atracadores, ni de asesinos portadores de fusiles y sembradores de bombas, aquellos ciudadanos quienes dan como respuesta a los que hoy se vive día a día, que durante los gobiernos anteriores también robaban, que en los pasados doscientos años no se puede encontrar a nadie honesto, los que ante el magnicidio de Miguel Uribe recuerdan que también se mató a: Galán, a Álvaro Gómez o los ministros Low Murtra, Lara Bonilla o a Guillermo Cano, sin contar a los soldados, policías, jueces y guerrilleros que también han caído, todo ello es verdad, pero muy pobre el argumento de que como antes se delinquió, eso limpia los delitos de hoy, ese es el discurso más esgrimido pero el más bellaco de todos; delincuentes los de ayer y delincuentes los de hoy, pero cohonestar con ellos, hace cómplices a los fariseos que justifican a quienes destrozan a un país al son del Piquirrico, el ritmo al cual Boves, el Urogallo, hacía marchar a sus víctimas antes de sacrificarlas, en aquellos tiempos de guerras pasadas; malos los delincuentes de ayer y también los de hoy, pero también lo son quienes duermen con el enemigo y se niegan a ver, a oír el clamor de las víctimas y orondos dicen como el Pibe, todo bien, todo bien.