Dice la sabiduría popular que caridad empieza por casa, algo que bien se aplica al gobernante quien ha asumido la posición de ser el redentor del mundo…
Muchos compraron el discurso de que Colombia es una mierda, el resultado de doscientos años de bandidos en el gobierno, con una historia que nada bueno tiene para mostrar, que nuestros ancestros fueron inferiores a su circunstancia y que por lo tanto era necesario un cambio que nos entregara un nuevo redentor, el mesías, similar al que por más de doscientos años los judíos vienen esperando, al milagroso que nos ofrecería ríos de leche y miel; muchos, con Aurelio Arturo decimos:
Esta es la tierra que mi pueblo
Gozó, luchó, sufrió y fue obstinado
Aquí fue bárbara mi raza
Defendiendo su ensueño y su derecho
Aquí mi raza fue magnánima
Y fue sobria, sufrida y bondadosa.
Como somos herederos de un pueblo que no aceptó el autoritarismo ni tampoco a las tiranías, de un país que derrocó a los contados dictadores que accedieron al poder por la trastienda, como no aceptamos la mentira como moneda de cambio y como ya tenemos claro que este gobierno, el que ofreció un país más justo, menos corrupto, más próspero, metas que no ha logrado y por el contrario ha malogrado, una Colombia en donde los errores coinciden con el atraco al fisco, donde se reparte el patrimonio común sin pedir recibo, una patria en donde estamos viviendo una crisis del sistema de salud, en donde hasta las medicinas escasean y las empresas prestadoras del vital servicio caen como fichas de dominó, ahora cuando presenciamos como hicieron trizas la seguridad, cuando vemos ocupando los carros oficiales a muchos que causan molestia aún entre la guardia Petroniana; ahora, cuando se asoma una crisis y un enfrentamiento de mayores proporciones, pedimos y queremos un nuevo cambio, uno que se apoye en lo positivo que tenemos, que modifique los privilegios mal habidos, y en donde los personajes que manejan la bitácora orienten la proa en la dirección correcta, un gobierno ejercido por quienes no se sirvan del estado para colocar a toda la parentela, para repartir contratos y cobrar viáticos sin justa causa, queremos ver gente honesta, capaz y leal con una sociedad que tanto necesita de aciertos y que su gobernante se ocupe de sus problemas y menos a las quimeras, de los vellocinos de oro en tierras lejanas.
Tal como Efialtes traicionó a los espartanos en Las Termópilas o el Cid, quien puso su espada al servicio del moro, la legión extranjera que vino a apoyar al gobierno actual, gente que no sabemos si cruzaron el Atlántico para servirle a Colombia o si aquí llegaron, como lo hicieron sus y nuestros ancestros hace quinientos años, a hacer su agosto, estos ahora aparecen con bolsas de dinero, el cual, como las puertas lo hacen, van y vienen y en un punto se mantienen.
Dice la sabiduría popular que caridad empieza por casa, algo que bien se aplica al gobernante quien ha asumido la posición de ser el redentor del mundo, viajando por los cinco continentes para defender a la humanidad y prevenir el colapso del orbe, mientras el rancho está ardiendo, en medio de crisis que ha causado y no ha sido capaz de superar, es más cuando ni siquiera se ocupa de lo que en lar ocurre, pues se encuentra muy a menudo ocupado en el avión presidencial.