CAQUISTOCRACIA, CACOCRACIA…O SIMPLEMENTE PETRO

Esta semana, entre columnas de prensa y trinos digitales, me topé con dos textos que describen con precisión quirúrgica lo que Colombia sufre hoy como forma de gobierno.

Uno, publicado por El País de España, utilizaba el término cacocracia. El otro, una publicación en redes, hablaba de caquistocracia.

A simple vista parecen conceptos distintos. Pero al revisar, uno descubre que son sinónimos brutales: el gobierno de los peores. De los más incapaces, corruptos, inmorales, clientelistas, ruines, grotescos. Lo peor de lo peor.

Y es que, en una columna anterior titulada Mi revolución personal, ya me refería al fondo de esta misma tragedia: la vulgaridad institucionalizada de este sátrapa que hoy ocupa la Casa de Nariño.

Pero me quedé corto. Entonces me referí más a Petro. Ahora, con el concepto de caquistocracia como tamiz, queda claro que esto va más allá del individuo. Es el aparato entero: el Ejecutivo… y buena parte del Legislativo. Un circo grotesco, gobernado por una tropa de infames agrupados bajo esa alianza vergonzante que se hace llamar Pacto Histórico.

Ahí tenemos al inefable Benedetti: acusado de violencia contra la mujer, drogadicto confeso, bufón de pasillo, operador de contratos turbios.

Un tipo que encarna, sin esfuerzo, la esencia de la caquistocracia. A su lado, el pastorcito “Sade”, ese que ni pastor es, ni evangélico, ni decente. Solo un ventrílocuo de caudillo, al servicio de una reelección perpetua que el mismo Gustavo Petro niega mientras sus alfiles la empujan.

Seguimos con la exministra de Minas que recomendaba el decrecimiento, una idiotez digna de museo; la actual canciller, que cree que Portugal es una empresa pública de 700 años; la asesora de Benedetti que, sin escalas, pasó de la sombra a ser la mujer más poderosa del gobierno; y la nueva aparecida en Palacio, de quien nadie sabe ni su formación, ni su trayectoria, pero que ya ordena como virreina con sus escasos veinte años.

En el Congreso, la cosa no mejora. Ahí campea Inti Asprilla, que más parece matón de colegio que legislador; y Mafe Carrascal, esa lorita de Palacio que no piensa, solo repite.

Y si uno se pasea por las oficinas del Capitolio o por los pasillos del poder, encontrará decenas de personajes similares: mediocres, insolventes, sin trayectoria, sin pudor, sin vergüenza.

¿Y así pretendemos avanzar como nación? ¿Con este zoológico de incompetencia gobernando una república de más de 50 millones de almas?

Es irrebatible. Llámese caquistocracia o cacocracia, lo que tenemos es un “caco…crata” al mando. No lo digo yo, lo dice la academia.

Así que el retrato está completo. Tenemos al “cacas”, liderando la caquistocracia. Con su corte de bufones, su séquito de incapaces, su gabinete de vergüenza. Como saco hecho a la medida para un personaje tan tristemente célebre como este que hoy se presume presidente de Colombia.

Que dios se apiade de Colombia y la muerte de Miguel no pase en vano.

 Q.E.P.D Miguel Uribe Turbay

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Juan Nicolás Gaviria es economista y magister en Administración de Empresas de la Universidad Javeriana de Bogotá. Especialista en Gestión Tributaria y Aduanera de la Universidad Libre Pereira, Empresario y emprendedor serial, presidente y fundador del primer sindicato de empresarios del país “Siempre Colombia». Agudo columnista de opinión en GQ Tu Canal.

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