AUTOPISTAS DEL CAFÉ Y SUS DEMONIOS

¡Destaparon la caja de los demonios! me dijo una persona del sector de las infraestructuras tras la amenaza de los directivos de Autopistas del Café anunciándole una demanda a Juan Guillermo Ángel Mejía, por causa de una columna de opinión.

Explotan recursos provenientes del bolsillo de los usuarios de las vías del Estado, no dan respuestas y no resisten el análisis, la crítica ni el escrutinio público. ¿Son intocables?

La arrogancia personal y corporativa les impide predicar con el ejemplo. Tras el desastre del puente El Alambrado intentan lavar su imagen con cátedras de ética y liderazgo a nuestros jóvenes. El diablo haciendo ostias.

Autopistas del Café y sus desafiantes jefes paisas de la musculosa Odinsa-Argos en medio de enormes insatisfacciones de los pereiranos, manejan seis suculentos peajes del Eje Cafetero y uno adicional en la vía La Paila Valle-La Tebaida Quindío. Siete vacas lecheras por décadas bien ordeñadas.

Éste último peaje data de una vieja protesta caldense contra el peaje de La Siria y como del cuero salen las correas, el gobierno les dio en compensación el peaje Corozal, justo en la vía donde se les cayó el puente El Alambrado. (¿eso es calumnia?)

Quien mejor conoce la nebulosa historia de Autopistas del Café desde sus orígenes, es el dirigente pereirano Guillermo Botero Mejía.

En reciente discusión pública, Botero Mejía escribió parte de esa historia que permite entender lo que hay detrás del brumoso contrato de concesión otorgado a la guachapanda en el gobierno Samper.

Allí destapó la caja de las sorpresas al relatar la sombría historia de la concesión Autopistas del Café, a la que, desde sus conocimientos de economía aprendidos en Inglaterra, llama “un negocio de rentas de capital”. Qué delicia ordeñar siete vacas lecheras produciendo más de $250 mil millones anuales.

No es fácil enfrentar a quienes desde el poder político-económico pretenden estar por encima del escrutinio cuando por sus manos circulan intereses públicos.

Como periodista, se está desprotegido y en condiciones de vulnerabilidad cuando desde la otra cara del poder se activa el silenciador para anestesiar la crítica. Pero no importa el tamaño del monstruo, que, entre más grande, más duro y estruendosamente cae.

Es así como el Goliat de Odinsa-Argos y su hijastra Autopistas del Café, amenazan al periodismo de opinión. Y luego me escriben anunciándome que sigo yo en la cola de las demandas. Qué susto.

Soy alérgico a la censura, veto o talanquera a la libertad de expresión protegida en la Constitución Nacional. Pienso que lo peor del corporativismo empresarial es pretender ser dueño de los recursos y también de la verdad.

En Autopistas del Café hay más demonios por despertar.

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