CASTRILLON HOYOS, EL OBISPO TREMENDO

Me recuerda mi buen amigo Edison Marulanda que se cumplen cinco años del fallecimiento de monseñor Darío Castrillón Hoyos, quien como pocos, puso el nombre de Pereira en los escenarios nacionales e internacionales.

Fue toda una personalidad. La mayor parte del tiempo estaba fuera del país y cuando pisaba suelo pereirano, los periodistas nos poníamos en máxima alerta porque Castrillón fue manantial de noticias de alto impacto.

Nunca olvido aquel domingo de 1979 cuando desde el púlpito de la catedral enfiló baterías contra el coronel Ospina, comandante de Policía Risaralda. Tiempo después, me dijo que la mayor ofensa del oficial de policía, más que un pecado, fue su condición de abogado comprometido en un delito contra los derechos humanos.

Todo por ordenar pintarles la cara y manos a los muchachos en estado de calle que cometían pequeñas fechorías. La denuncia del temible obispo de Pereira hizo que el coronel fuera trasladado a Mocoa Putumayo, en donde aburrido, renunció.

Castrillón fue personaje ideal para la prensa. Él lo sabía y siempre estuvo dispuesto al protagonismo apoyado en su formidable formación intelectual, en sus viajes por el mundo, sus contactos de alto nivel y su enorme capacidad para el análisis crítico.

Ante todo, el obispo Castrillón fue un auténtico animal político, vertido y controvertido, polémico y conciliador. Puso a prueba sus temores terrenales cuando en el gobierno de Belisario Betancur hizo parte de la Comisión negociadora de paz. En plena selva, con John Agudelo y Otto Morales Benítez quedaron en un fuego cruzado del ejército y las Farc.

Por ahí rueda una foto donde con Luis Alberto Ruiz, entonces director de Caracol y yo como director de Noticias RCN, entrevistando a la madre Teresa de Calcuta traída a Pereira por el obispo Castrillón para fundar aquí una misión de caridad. Meses después monseñor protagonizó un escandaloso suceso asistiendo a la inauguración de la Posada Alemana, hotel del confeso narcotraficante Carlos Lether.

Le preguntamos por qué aceptó “dineros calientes” (plata mafiosa), fue célebre su respuesta al argumentar que “se enfriaban” al echarles agua bendita y destinarlos para ayudar a los pobres.

En 1985 trajo a Pereira al papa Juan Pablo II quien luego lo nombró arzobispo de Bucaramanga y después cardenal.

Por esos días me dijo el ex contralor Carlos Ariel García Arcila: si Castrillón es cardenal, “´Póngale la firma que será papa”. Como cardenal y prefecto para la curia, fue criticado por proteger curas pedófilos.
No le alcanzó la vida para ser papa, pero su influencia política fue clave para la elección de Benedicto XVI. Darío Castrillón Hoyos desde Pereira hasta Roma, fue genio y figura hasta la sepultura.