LOS HECHOS TOZUDOS

El 19 de abril de 1970, cuando se produjo el “susto” de Rojas Pinilla, los partidos Conservador y Liberal se repartían constitucionalmente los puestos y los contratos oficiales; y controlaban, además, esas registradurías en las cuales se sintieron “obligados” a cambiar votos.

En aquellos tiempos surgieron voces de menosprecio contra el general; aduciendo, tal como ocurre hoy con Petro, que era un pésimo administrador, un cohechador y un despilfarrador de recursos públicos.

Y también en ese entonces, como ahora sucede con Petro, poquísimos analistas políticos _ y menos aún los columnistas “serios”_; consideraban que una clase dominante que detenta el poder por casi 200 años, pudiera ser derrotada por un desprestigiado demagogo ¡Pero otra cosa señalaron los tozudos hechos!

Porque -es mejor no meterse mentiras “piadosas” _en su mejor momento Petro llenó plazas en Armenia y Pereira con una cantidad de gentes que no veíamos desde hace décadas. Y lo mismo ocurrió en regiones tradicionalmente conservadoras como Pasto, Popayán o Neiva, y en un pueblo de Santander tan godísimo como Piedecuesta. Y si a esto agregamos por lo menos una docena de éxitos convocatorios en la costa atlántica o en sus plazas fuertes del eje Bogotá-Soacha y hasta en el Valle del Cauca tendríamos que, desde el mismísimo general Rojas, nadie ha logrado reunir tantos posibles electores con un mensaje contestatario tan desafiante para nuestro “stablishment”.

Las inconsistencias del general, y de Petro, radicarían en sus propuestas etéreas, populacheras y desconectadas de cualquier cuerpo sólido de doctrina política.

Rojas, recurrió hasta denunciar los aumentos en el precio de la yuca y de la papa, Petro, no expone tesis propiamente comunistas o socialistoides ( intervenir en el sistema energético de la costa, o amenazar con subir algunos impuestos no fue precisamente lo que hicieron Lenin, Castro o Chaves); sin embargo, esta evidente debilidad ideológica no parece estar teniendo mayores influencias sobre nuestras poco cultivadas masas.

De continuar así las cosas, la subsistencia del tradicional sistema de partidos dependeria casi exclusivamente de reagrupar sus fuerzas políticas, y especialmente económicas, para ganar con un candidato en la segunda vuelta el año entrante, algo que fue constitucionalmente imposible para 1970…¡Y entonces solo se ganó con un evidente fraude!