Desde los tiempos del Derecho de Gentes, es un principio general que no existen los delitos de sangre. Nadie es responsable ni culpable ni se le puede exigir nada por los delitos que cometa su hermano, o su padre, siempre y cuando no estén involucrados o en complicidad en los delitos que se les imputa a los sindicados de cometerlos.
Por esa razón, y aun siendo el criminal más sanguinario (salvo el repudio), los nexos de sangre son sagrados porque como dice Rubén Blades, “familia es familia y cariño es cariño”.
Digo esto porque a mediados de la semana, a una pregunta de la prensa local sobre el permiso solicitado y concedido al alcalde Roberto Jiménez Naranjo, el gobernador Juan Diego Patiño Ochoa dijo que había aprobado el permiso para que el alcalde de Dosquebradas se ausentara durante cinco días.
En realidad, se trata del acompañamiento para la excarcelación que Roberto Jiménez le hace a su hermano Carlos Mario Jiménez Naranjo, conocido por el apodo de “Macaco” con el que se hizo tristemente célebre como comandante paramilitar del Bloque Central Bolívar y otras variantes que dominaron parte del Urabá antioqueño, Eje Cafetero y otras regiones del país.
Todo parece indicar que, a su retorno a la vida civil, Carlos Mario Jiménez seguirá los pasos de Salvatore Mancuso convirtiéndose en Gestor de Paz, luego de haber pagado quince años de presidio en una cárcel de los Estados Unidos.
Aunque él dice que no es cierto, a Carlos Mario Jiménez se le ha achacado la fundación de la banda criminal La Cordillera.
De lo que se trata es que en Dosquebradas especialmente, existen fronteras invisibles para ejercer el negocio del microtráfico de narcóticos siendo uno de los más peligrosos el consumo de heroína.
Al respecto las autoridades sanitarias y de salud mental han alertado este caso como una tragedia para las familias, muchas de ellas, llegan llorando al Hospital Mental de Pereira implorando por un cupo para sus hijos, cuando no son ellos, los propios drogadictos quienes que voluntariamente piden ayuda.
Pocos días antes de las elecciones de alcaldías, el candidato Roberto Jiménez me dio una declaración en su casa hablando de su hermano, creo que en ese momento estaba por ser deportado de EE.UU a Colombia, por pena cumplida.
“Mi hermano Carlos Mario necesita una oportunidad para reivindicarse y servirle a la sociedad”, dijo en la ocasión, el hoy alcalde de Dosquebradas.
Mi opinión es la que aprendí en la Facultad de Derecho de la Universidad Libre cuando con mi profesor de derecho penal Gabriel Calle Echeverri, nos hablaba de los tratadistas italianos promulgadores del derecho a la resocialización, entre ellos Rafael Garófalo, César Lombroso y Enrico Ferri, éste último, enfocado en la teoría del Derecho y del delincuente desde la perspectiva sociológica y por ende, partidario de la resocialización del ser humano que ha transitado por los escabrosos caminos de la criminalidad.
Soy partidario de la resocialización aunque es claro que nuestras cárceles no están diseñadas para tal fin, sino más bien, convertidas en escuelas del crimen.
Y creo que apenas comenzando la gestión de gobierno de su hermano Roberto, lo que se esperaría de Carlos Mario Jiménez, por sus experiencias y conocimiento de los laberintos de las drogas, es que ayude a su hermano alcalde a resolver ese dramático escenario que vive el Área Metropolitana Pereira-Dosquebradas-La Virginia con el alto consumo de drogas duras que están acabando vidas, generando crímenes y minando la salud mental de la población.