De años atrás tengo especial admiración por el abogado Alfonso Gutiérrez Millán, pereirano de estupenda formación intelectual. Lo tengo en la mira desde los tiempos en que ejerció como secretario jurídico de la Gobernación de Risaralda y luego notario de la ciudad.
Mucho antes, fue cercano al “Plumón” Oscar Vélez Marulanda y César Gaviria en el otrora poderoso Movimiento de Unidad Liberal.
Gutiérrez Millán es de esos personajes de pensamiento global que pueden ver el microcosmos de la esquina pereirana, como lo evidencia su inquietante preocupación por la decadencia de la clase dirigente de Pereira. (Con las excepciones del caso, digo yo).
Leo su reciente columna “Paradigmas ciudadanos”, en la que primero expone los grandes y exitosos logros empresariales de las clases dirigentes de las paradigmáticas Medellín y Cali de los años sesenta.
Recomiendo su lectura porque como en las buenas películas, no surge el dios mecánico que aparece en escena porque sí. No, el punto de quiebre que encuentra Gutiérrez Millán es moral: Los fenómenos del narcotráfico y la corrupción que atacaron y poblaron simultáneamente a ambas ciudades, pero en los que sucumbió Cali y sobrevivió Medellín.
El poder perverso del vendaval del comercio de narcóticos y la corrupción polítiquera (la política como ciencia social, es otra cosa), impactaron y permearon al tiempo y de manera fatal las decisiones del poder público y el deterioro empresarial. En el naufragio ético Cali se hundió política, social, cultural, económica y moralmente; mientras Medellín se mantuvo a flote.
Al final y en la intensidad de su escrito, Gutiérrez Millán conserva el hilo conductor de su análisis y trasladas su lupa hacia la Pereira de estos tiempos.
Allí señala y nos advierte: “Parece que en nuestra querida Pereira nos hubiéramos decidido a transitar por la senda del desastre caleño”.
Su escepticismo camina por la cornisa del pesimismo. Pero por la hendija de la esperanza sueña que “aparezca otra generación que conciba nuevas y grandes metas estratégicas para la ciudad, y ojalá no sea demasiado tarde”.
¿Hay más lectura escondida en los “Paradigmas ciudadanos” de Gutiérrez Millán?, ¿Será hilar muy delgado si recordamos que en la pasada campaña política se denunció la presencia de “ríos de dinero”?
En las entretelas de la reflexión de Gutiérrez Millán están las mafias que han permeado a la sociedad risaraldense en la economía, la política y los comportamientos sociales. Es evidente el estado de cosas que señala.
Y a todas estas, ¿Cómo hizo la clase dirigente de Medellín para superar el huracán del narcotráfico? ¿Tendrán nuestras élites gremiales, sociales y políticas capacidad para superar ese estado de cosas?