En opinión de no pocos, en años recientes Pereira se ha vuelto ingobernable, en buena medida por el crecimiento en expansión (caso Cerritos y Villa Santana), o por culpa de gobernantes que no han dado la talla, o porque el presupuesto es inversamente proporcional a las necesidades como sucede con la seguridad pública y la movilidad vial.
Hay factores que son visibles en el inicio de la administración de Mauricio Salazar sobre quien recae la abrumadora expectativa de una ciudad insatisfecha con la promesa de cambio de las dos últimas alcaldías y cuyo veredicto electoral habla por sí solo.
Lo primero es la voluntad del alcalde Salazar de hacer una buena administración. Lo segundo es que se nota el afán por cumplir los compromisos de casi toda campaña política. Y lo tercero es que en lo público el tiempo es más lento frente a los vericuetos burocráticos comparados con un campo minado en el que no se puede andar de afán.
No obstante, la experiencia del secretario de Hacienda Jorge Alexis Mejía deberá ponerse en evidencia en la ejecución de esos cinco billones de pesos que la alcaldía de Mauricio Salazar manejará a lo largo del cuatrienio.
He seguido lo más cerca posible el inicio de esta maratón en los que el alcalde sabe que el primer año es crucial para gastar el capital político y que si no marca territorio en estos primeros doce meses, se lo cobrarán en los otros tres años.
Sé de ciudadanos que quieren apoyarlo y no apostarle a que al alcalde le vaya mal. Obviamente, Salazar se tiene que ayudar y dejarse ayudar.
Salazar es consciente de la presión que tiene para no fallarle a Pereira. Es grande el ambiente de expectativas porque son grandes las soluciones a las necesidades que la ciudad clama y reclama.
“Mi propósito es hacer una alcaldía histórica en realizaciones y en cercanía con los pereiranos”, me dijo el pasado miércoles que me invitó a su despacho. De igual manera, otros dirigentes que he consultado me aseguran que Salazar está enfocado en demostrar que los pereiranos no se equivocaron, tal como decía su eslogan de campaña política.
El equipo de gobierno parece estar muy piloso. Ojalá pase rápido del discurso a los hechos, porque recursos, hay. Veremos si tiene imaginación.
En la conexión con la ciudadanía se observa movimiento y contacto con los líderes comunitarios. El despacho del alcalde está siempre repleto de personas que quieren hablar con la autoridad más cercana al interés de sus asuntos.
Con la elección popular de alcaldes, estar desconectado de la gente es estar sentenciado al fracaso político.
Y entre más expectativas y posibilidades de éxito haya en un gobernante, más alta es la presión del día a día. Ese es el gran desafío de Mauricio Salazar.