Para un gobernante, después de tener claro su plan estratégico y estar dispuesto a tomar decisiones contundentes para lograr sus objetivos, lo que sigue en importancia es contar con un excelente equipo de colaboradores.
Cuando el talento humano no está sincronizado ni altamente comprometido con el gobernante y su estrategia, las cosas siempre irán de mal en peor.
De las peores cosas que le pueden suceder a un mandatario (alcalde, gobernador e incluso presidente de la República), es tener funcionarios incompetentes, precarios de imaginación, arrogantes, contumaces en la necedad de su propio parecer y de sobremesa convertidos en un comité de aplausos.
La cosa más impactante que escuché en el servicio público en el cual estuve por más de veinte años, es la perversa frase según la cual, “se obedece, pero no se cumple”.
Y la peor actitud la vi en ciertos funcionarios que recién posesionados, llegan a creer que los nombraron porque es el mejor, porque el jefe político es el que manda o porque el gobernante es su parcero y lo aprecia mucho.
Algunos llegan al colmo de creer que son más importantes que la investidura y las funciones que le asignan. Otros se dan toques de arrogancia tal que llegan preguntando si el despacho le tiene chofer y qué modelo es el vehículo.
En los años 70 y 80 tanto en la gobernación de Risaralda como en la alcaldía de Pereira era común y corriente que los secretarios de despacho tuvieran chofer a disposición sin límite de tiempo ni condiciones. Era normal ver un conductor durmiendo en el carro mientras el funcionario estaba de rumba hasta altas horas de la madrugada.
A inicios de los años 80 en una fiesta en Combia, un muchacho disgustó con el chofer de un secretario de obras públicas y con el pico de una botella le cortó la cara al conductor. Ahí fue Troya. En otra ocasión, en un amanecer, un contralor municipal borracho, apareció accidentado en una ladera de Caracol-La Curva.
Hoy por fortuna, esos exabruptos tienen controles entre otras cosas porque se hizo costumbre que las administraciones contratan el transporte con terceros, y es una obviedad que el control se hace más riguroso por razones económicas.
Traigo estos ejemplos a colación para condimentar inquietudes relacionadas con los gabinetes tanto departamental como municipales de Pereira y Dosquebradas especialmente, donde han sido nombradas personas con experiencia y excelentes perfiles profesionales; y otros, sin experiencia en el berenjenal de lo público.
De los que ya saben cómo es la cosa pública y vuelan con los motores apagados, se espera lo mejor de lo mejor. Y de los que apenas están alzando vuelo, que aprendan rapidito porque cuatro años se van volando. ¡Ah! Y mucha humildad.