Las motos no tienen la culpa. Una moto, per se, no es peligrosa. En cambio, el mal motociclista, el irresponsable consigo mismo y con los demás, es una constante y peligrosa amenaza social.
Tan grandes como el ruido y las consecuencias de una moto al chocar, son el impacto social y cultural de la accidentalidad vial. Incluso económicamente, por cuanto en los accidentes en moto -como se dice- el chasís es la persona; que es la que lleva del bulto, generalmente mal herida o muerta, incidiendo en los costos hospitalarios, gastos funerarios. Todo ello sin siquiera imaginar el dolor familiar.
Seguramente usted también se estremeció al observar en las redes y periódicos el video de la cámara de seguridad el pasado 1 de enero cuando un joven que conducía a gran velocidad una moto, al chocar con un pequeño automóvil pierde su pierna derecha que queda separada de su cuerpo y enganchada en el bomper.
Ello ocurrió en una calle de Doncello Caquetá, población con más de 100 mil habitantes la mayoría oriundos del Eje Cafetero. Claramente en las calles de Pereira y Dosquebradas vemos a diario motociclistas que en nada se diferencian del comportamiento vial del pobre hombre que, por imprudencia y falta de cultura vial, perdió una pierna.
Al alcalde Mauricio Salazar le hemos hablado recién sobre la inaplazable necesidad de implementar un programa de cultura y conciencia ciudadana que contribuya de manera determinante en el mejoramiento de calidad de vida de los pereiranos. Y ya quisiéramos que fuera en coordinación con Roberto Jiménez, alcalde de Dosquebradas.
Ambos alcaldes, Salazar y Jiménez, tienen el liderazgo para unir esfuerzos y voluntades que permitan aprovechar el natural civismo y sentido de pertenencia de las gentes de nuestro territorio metropolitano. Ambos alcaldes han anunciado ejercer autoridad; y autoridad es lo que los ciudadanos reclamaron en las urnas el pasado 29 de octubre.
Debemos aprender del fracaso originado en la falta de un programa de cultura y conciencia ciudadana ojalá como política pública y no como programa de gobierno de una administración, porque los alcaldes pasan y la ciudad queda.
Son muchos los enfoques de cultura ciudadana que van desde el manejo de basuras en la fuente hasta la ocupación del espacio público, pasando por normas elementales de comportamiento, pero en estos tiempos de endemoniado tráfico automotor, la cultura vial y el uso adecuado de los parques públicos, son la columna vertebral de una sociedad pereirana con modelos ejemplarizantes de cultura y conciencia ciudadana.
Es justo reconocer que muchos motociclistas tienen comportamiento ejemplar. Conducen siempre por la derecha, no zigzaguean y en general, respetan las normas de movilidad vial.
Lamentablemente no son pocos los atarvanes que necesitan un programa de “garrote y zanahoria”; al igual que estímulos para los buenos motociclistas.
Tenemos casi medio millón de motocicletas entre Pereira y Dosquebradas, incluyendo a Cartago, Santa Rosa de Cabal y Chinchiná con un enorme tráfico de conexión laboral y comercial con el área metropolitana.
No hay ni habrá suficientes policías ni agentes de tránsito que controlen lo que la cultura y la conciencia ciudadanía haría con más nueces que ruido.