Siempre se ha dicho que la victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana.
Es la razón que me condujo a hablar largo con el estratega político Luis David Duque quien sin esguinces ni sutilezas se arrogó la derrota de la candidatura de Maicol Lopera a la Alcaldía de Pereira, suceso electoral que casi todos atribuyen al alcalde Carlos Maya.
En sana crítica y en aras del análisis, es válido poner en el escrutinio público a un gobernante que por sus errores es factor de la derrota electoral de su partido político. Es historia que se repite en ciclos frecuentes.
Y sucede cuando el desgaste de poder es remolcado por el ejercicio desacertado del gobierno, por la crítica, por presuntos comportamientos de sus líderes y por estrategias equivocadas en la competencia electoral, máxime cuando no obstante el erosionado continuismo, se intenta a cualquier precio aferrarse al poder.
La postura de Duque García sorprende porque los estrategas políticos tienen la mala fama de “nunca perder elecciones”. Que yo recuerde, es la primera vez que un estratega da la cara y dice: “yo soy el responsable de la derrota de mi candidato y mi partido, sencillamente porque la estrategia del ganador fue mejor que la mía”.
Aunque sea un retruécano, Duque tiene razón, pero está equivocado.
Le recuerdo que el maestro Joseph Napolitano dejó escrito que “La mejor estrategia no garantiza el éxito electoral”. Y aunque la estrategia es el factor individual más importante en una campaña política, Napolitano enseña que, “Una estrategia correcta puede sobrevivir a una campaña mediocre, pero incluso una campaña brillante puede fallar si la estrategia es errónea”. O sea, hay otras variables técnicas y humanas.
Mi conclusión es que por alguna razón Duque se auto flagela al punto de anunciar que nunca más asesorará una campaña en Pereira. Y con la seguridad apoyada en su corpulencia física, dice que en estas elecciones asesoró catorce candidaturas en el país.
Pienso que esta vez -al igual que el Sotismo en 2015- el Gallismo se autodestruyó con malas decisiones que minaron la confianza pública y dieron alas a la oposición a lo largo de ocho años de gobierno. En ambos casos tener candidato propio fue craso error.
Buena parte de la derrota de Maicol como candidato fue porque no tomó distancia del alcalde Maya.
Era políticamente correcto, y aunque Duque admite que el asunto se consideró, se opuso porque primero está la lealtad que el resultado. Es seguro que a Maya no le hubiera importado.
Luis Duque sabe que además de la mala imagen de Maya, otros factores hicieron metástasis al punto que a las 2:00 p.m del 29 de octubre lanzó en vano su último grito de batalla. La mística y la fuerza del 2015 se habían esfumado.