PERROS BRAVOS, MADURO, EL HUESO Y PETRO

Tres personas hablaban sobre la atornillada de Maduro en el poder luego de su derrota electoral en Venezuela y meto la cucharada en la conversación porque hay allí un par de amigos (no estoy autorizado para mencionar sus nombres), ambos conservadores de partido y godos de pensamiento político. El tercero no lo conozco.

Les digo que sin duda Maduro es un criminal sicópata y megalómano que salvo una estrategia violenta, bien sea con un comando militar o una invasión al estilo EE.UU con Noriega en Panamá, Maduro no va a entregar el poder (el hueso), por las buenas.

Y les digo que, si ellos han tenido o tienen perros bravos, podrán entender mejor el símil según el cual, Maduro es como un perro que, encarnizado, ruñe un hueso. Para Maduro el poder es su presa, es su hueso.

Uno de mis contertulios dice que está de acuerdo y que a ese perro hay que mostrarle otro hueso. El otro no se muestra seguro de la tesis que expongo y el tercero guarda el silencio típico de quien no se quiere comprometer. Así es la política.

Y les digo que aun mostrándole el otro hueso es apenas natural que el perro muestre desconfianza. Gruñe. Lo que un perro y un dictador hacen es eso, gruñir, amenazar, atemorizar.

Por catorce años tuve un perro lobo siberiano. Es un perro primario (como Maduro). Yo me divertía sirviéndole la comida e intentando quitársela. Gruñía y siendo yo su alfa, me mostraba sus feroces colmillos de cazador nato. Solo una vez lo logré y fue cuando experimenté con “otro hueso”.

Mostrarle a un perro o a un dictador otro hueso requiere cierta habilidad. Ambos quieren garantías de que no quedarse sin su carnada. Y esa es la razón por la que la persona ideal para mostrar el hueso sea alguien conocido y confiable. Alguien que cuando le hable y le diga “Nicolás, el acuerdo es este…”, sea música para sus oídos.

Les digo que por lo que veo, en eso andan Lula, Biden y Petro. Mostrándole a Maduro una salida “digna”, muy seguramente con un apetitoso hueso. Quizás por ello es que AMLO dice que no es prudente cortar con Maduro. Yo diría que es apresurado.

Una variable del problema es que después de 25 años de chavismo, en el gobierno de Venezuela más de un perro rabioso, lo que hay es una jauría. Del mismo modo que cuando hace trece años murió Chávez, lo siguió Maduro. Si éste cae, quedan Diosdado y Padrino, otro par de sátrapas para los cuales seguramente habrá que tener un costal así de huesos. Así ha sido, es y seguirá siendo la política.

Les digo a mis contertulios que, de eso es que creo, se está encargando Petro, del quien Maduro dice “es un hombre inteligente y está hablando conmigo”.

Pertenezco al 58% por ciento de los encuestados que decimos que Petro ha defraudado al país con el hueso del cambio, (igual que ocurrió en Pereira con el tal cambio), y en el caso de Venezuela, pienso que por ahí va la cosa.

Personalmente comparto la teoría de que la paz de Colombia depende de la paz de Venezuela y no creo de manera alguna que confrontando o descalificando radicalmente al régimen de Maduro ganemos nada positivo. En política eso no funciona así.

Por el contrario, siendo Maduro un criminal sicópata y megalómano aferrado a su hueso, se hace matar antes de perder el hueso sin la debida compensación.

Al estilo Netanyahu, a Maduro lo que estratégicamente más le conviene es extender e intensificar la guerra interna allende la frontera con Colombia, si es del caso, traicionando (mordiendo) a Petro (igual que mordió a Biden en la liberación del testaferro Alex Saab).

Por ese camino Venezuela y Colombia podría ser el polvorín en la pugna de poderes entre EE.UU y Rusia e incluso China, protectores de Maduro.

Y en ese escenario, es preferible el aforismo según el cual, la política es la guerra por otros medios.

En la fauna política no solo hay perros bravos. La historia nos dice que, en la pelea de los elefantes, las que sufren son las hormigas.