Con motivo de la próxima celebración de los 80 años del Aeropuerto Internacional Matecaña, hablé con Carlos Maya la semana pasada buscando su testimonio sobre la modernización que en suerte le tocó inaugurar en plena pandemia con asistencia del presidente Duque y medidas extremas de seguridad sanitaria.
Rompió su silencio desde la rueda de prensa en el Hotel Movich cuando regresó de sus vacaciones en Perú para explicar el objeto y los alcances del contrato de construcción de los 3,4 kilómetros de la Avenida Los Colibríes entre el Bulevar del Café y el río Consota en El Tigre.
Días antes, le escribí ofreciéndole mi medio de comunicación GQ Tu Canal para que pudiera responder las recientes acusaciones que el alcalde Mauricio Salazar le hizo luego de recibir el informe de la comisión multidisciplinaria (ingenieros, abogados, dirigentes gremiales y funcionarios de la Alcaldía), que investigaron el caso Los Colibríes.
Maya me respondió agradeciendo el ofrecimiento, pero señalando a renglón seguido que no quería generar ruido al desempeño de la actual administración municipal y que se estaba preparando con sus abogados para la defensa de las denuncias formuladas en su contra, y que las contrademandas las estaba presentando en Bogotá porque en Pereira no había garantías.
Cuando asistió a la entrevista que se suponía era exclusivamente sobre el tema Aeropuerto Matecaña, fue el propio exalcalde Maya quien al iniciar la grabación habló de Los Colibríes, ratificando letra por letra lo que me había escrito en el chat días atrás.
Le pregunté si era muy jarto eso de ser alcalde y tener que salir a subir escalas para defenderse y que si era una de las razones por las que personas muy calificadas ya no quieren participar en la vida pública.
Me respondió sencillamente que la vida pública deja sabores agridulces y que uno de los más dulces fue haber entregado en su gobierno la modernización del aeropuerto Matecaña, de paso, y por primera vez, reconociendo y agradeciendo a sus antecesores que desde 2008 iniciaron el proceso del nuevo aeropuerto, nombrándolos con nombres propios a Israel Londoño, Enrique Vásquez y Juan Pablo Gallo.
El pasado viernes en la tarde llegaron los momentos agrios de Carlos Maya López al ser abordado en Bogotá por agentes del CTI de la Fiscalía General de la Nación y capturado. He visto las fotos cuando es conducido con las manos atrás y acompañado por dos agentes de la Fiscalía. Es patético.
El escenario se enturbia aún más cuando capturan entre otros, al interventor José Alberto Restrepo y al ingeniero Milton Hurtado, su secretario de Infraestructura quien está vinculado a esa obra desde el inicio cuando fue el segundo de a bordo del fallecido secretario Juan Carlos Restrepo.
Me escribe el odontólogo y expresidente de Acopi, Alberto López Castro, diciéndome entre otras cosas: “Es muy triste ver a Pereira en el radar de la corrupción con un exalcalde en juicio de corrupción”.
Dice bien Alberto, que, sin desconocer el alcance del escándalo y el dolor de las familias de los sindicados, es prematuro señalar sin un juicio que los declare culpables del delito o delitos que se les imputa. Están de por medio muchos elementos que, según las pruebas, son los que al final constituyen la verdad procesal.
Más como periodista, pero seguramente apoyado en mi paso por una Facultad de Derecho, debo decir que desde la perspectiva de la verdad procesal y no desde la verdad real, no debemos caer en la trampa del prejuicio.
Un estupendo y experimentado abogado amigo mío recién me comentó que el allanamiento de la Fiscalía a la residencia de la Secretaria Jurídica de la alcaldía de Maya, Dra Luz Adriana Restrepo Ramírez, es inane por cuanto se sabe que ella no firmó ningún documento de la Avenida Los Colibríes, que tenía abogados para tal fin en la Secretaría de Infraestructura.
Lo que mucha gente no sabe es que, mediante decreto, Maya tenía delegada toda la contratación en los secretarios de despacho de conformidad con la competencia pertinente. Por lo tanto, no firma ningún documento de la etapa precontractual, ni contractual. Esto es pliegos de condiciones, adjudicación de contratos, contratos y mucho menos actas de pago de acuerdo con la ejecución de la obra. Tampoco firma actas de liquidación al finalizar la ejecución.
En ese orden de ideas, en Derecho, también cabe la posibilidad de que la mala hora de Maya solo sea un falso positivo de la Fiscalía.
Para proceder con las capturas, se deduce que la Fiscalía debió tener elementos de prueba muy sólidos. Se presume que la sustancia de la investigación es el trabajo de ingeniería forense a la obra de Los Colibríes y el estado lamentable que ofrece hoy frente a las altas inversiones y las enormes deudas de gestión predial a los vecinos muchos de los cuales de buena fe firmaron permisos de intervención voluntaria para que la obra avanzara sin que todavía les hubieran pagado sus derechos prediales.
Se estima que el detrimento patrimonial supera los 20 mil millones de pesos y se afirma por parte de observadores juiciosos que en medio del escandaloso caso lo que hubo fue una operación de financiación de la campaña política a la Alcaldía de Pereira en la que no estaba presupuestado el cálculo de una derrota electoral.
Más allá de esos supuestos, quien esto escribe, desde el principio y viendo el desorden y la anarquía total del proyecto, en repetidas ocasiones advirtió al alcalde Maya que esa obra estaba condenada al fracaso.
En esa misma línea estuvo todo el tiempo la comunidad de El Tigre que crearon al menos tres chats donde era fácil conocer la inconformidad por el manejo que los asesores del alcalde Maya le dieron al proyecto cuya importancia no se desconoce, pero cuyo final solo nos deja el temor de tener frente a los pereiranos un elefante blanco pagado con los impuestos de los pereiranos.
Al alcalde Mauricio Salazar le hemos dicho personalmente que más allá del escándalo y de la mala hora del exalcalde Maya y sus asesores y contratistas, el verdadero reto es para él, en el sentido de que la Avenida Colibríes debe ser terminada sí o sí.
De lo contrario, las consecuencias políticas y sociales no se harán esperar. El alcalde Salazar lo sabe y al igual que el fracaso de la glorieta de Corales de las administraciones Gallo y Maya, son sus dos prioridades en materia de obras de infraestructura. Ojalá.