LA MARCHA DE LOS PUPITRES Y LA LIBRE

Recuerdo el nerviosismo de aquella la mañana de un día de enero de 1978 cuando bajo la mirada escrutadora de César Augusto López Arias me presenté a un examen de admisión para estudiar Derecho en la Universidad Libre Seccional Pereira en el viejo caserón de rentas de la calle 40 No. 7-30.

Me correspondió luego la entrevista con Mario Alberto Valencia García a la postre secretario general, mientras López Arias, quien merced al poder de su influencia política, recién graduado había sido nombrado en 1976 rector y decano con la misión de salvar la universidad de la crisis que amenazaba con el cierre por no reunir requisitos exigidos por el Ministerio de Educación para su funcionamiento.

Dicho sea de paso, el controvertido periodista-abogado que fue asesinado a la salida de la Universidad la noche del 13 de marzo de 1979, cumplió a cabalidad su misión en virtud de la devoción y lealtad que siempre demostró por la Universidad Libre Seccional Pereira, para entonces apenas con diez años de funcionamiento y siendo la primera universidad privada de Pereira.

Eran los tiempos en que las universidades privadas se daban el lujo de tener una demanda abundante e incluso excesiva.

Hoy, estamos en los tiempos de sillas vacías porque las familias tienen menos hijos o no los tienen; porque el país tiene 3 millones de jóvenes ninis: ni estudian ni trabajan.

También porque además de otras externalidades, la bomba social creó un ejército de muchachos que tienen afugias económicas y necesitan trabajar. Y porque como siempre digo: todo cambia, menos el cambio.

La semana que acaba de pasar fue levantado el cese de actividades promovido por el sindicato de profesores de la Libre -Asproul- y algunos estudiantes.

Una semana atrás del retorno a actividades académicas, un numeroso grupo de egresados de las cuatro facultades (Derecho, Ciencias Económicas y Administrativas, Ciencias de la salud, e ingenierías) firmamos un documento clamando por el regreso a las aulas y los laboratorios.

El mismo documento pedíamos a las directivas de la Libre y promotores del paro regresar a la normalidad académica y seguir dialogando y buscando la solución a los problemas planteados.

Pero sin afectar a los padres de familia que pagan matrículas y sostienen con esfuerzo la educación de sus hijos en su mayoría con créditos bancarios y del Icetex.

En la Libre como en otras universidades de Risaralda, también son muchos los estudiantes que trabajan para pagarse sus estudios e incluso ayudar a sus familias.

De allí que un cese de actividades es a todas luces injusto y perjudicial cuando no se agotan las vías del diálogo y las mesas de trabajo, incluso en la universidad privada.

En las universidades como en ninguna otra parte, es inútil temerle a la crítica, la protesta, el cuestionamiento y las ideas a favor o en contra.

La esencia del espíritu universitario es el consenso y el disenso, al pensamiento crítico, la discusión y al análisis de los problemas en un mundo cada vez más exigente y complejo.

En manos de las directivas nacionales de la Universidad Libre que regenta las decisiones mayúsculas, y en manos de Asproul y de los estudiantes unilibristas quedan pues los difíciles días por venir. En Pereira, la rectora Adriana Vallejo de la Pava ha mostrado gran disposición a solucionar los problemas que estén a su alcance.

No olvidemos que difíciles también fueron los 55 años que precedieron al sol de hoy de la Libre de Pereira, cuando a finales de 1968 un total de 27 estudiantes se rebelaron contra el rector de la Universidad de Risaralda Octavio García de los Ríos y marcharon por la calle 19 arriba con pupitres al hombro (eran de ellos) hacia el caserón de la calle 16 entre 8ª y 9ª.

Fue en febrero de 1969 que iniciaron clases en la Fundación Universidad Independiente de Risaralda que tuvo como primer rector al Dr. Alberto Mesa Abadía y luego el 16 de julio de 1972 se fusionó con la Universidad Libre de Colombia bajo la rectoría de Argemiro Martínez Vega.

Esta historia tiene sobrevivientes en Álvaro Marín Gómez y Raúl Arango Álvarez firmantes de la escritura pública de la fundación de la universidad.

Ha pasado mucha agua bajo el puente de la academia unilibrista. Lo que deseamos los egresados es que los mejores días estén por venir y en beneficio de la educción con calidad porque Pereira no se puede dar el lujo de sacrificar a una institución como la Universidad Libre Seccional Pereira.