ASÍ VEO AL PRESIDENTE DEL DEPORTIVO PEREIRA

Marcando territorio sobre lo que debía y no decir y lo que no quería que le preguntaran, Álvaro López, de entrada, señaló en tono pausado pero enfático: “Hemos vivido momentos así y asá, pero por ahora dejémoslo ahí”.

Fui el pasado viernes a la rueda de prensa que por primera vez convocó el zar del Deportivo Pereira desde que, en el largo letargo del pleito por la propiedad del Club, la jueza Primera Civil del Circuito, Olga Cristina García resolvió el caso a favor de Álvaro López, un pereirano que ahora ejerce un rol de jerarquía en el deporte pero que ayer vivió “asás” complejos en sus negocios, que hoy no son del caso ni en esta columna ni en sus obligaciones con el Grande Matecaña.

Quizás por eso agregó: “Todos nos equivocamos, pero hay que equivocarse menos, porque lo que nos espera es grandeza”. Y haciendo referencia al título obtenido en 2022 dijo que, “cuando uno ha probado bueno, quiere seguir probando bueno y estar clasificado al octogonal con un buen equipo obliga a ir por otro campeonato”.

Lo veo con el propósito de hacer bien las cosas. Habla bien de la ciudad, de su equipo de colaboradores administrativos, de su hijo y del cuerpo técnico comandando por Leonel Álvarez. Sueña con volver a ser campeones y a la Copa Libertadores.

Prefiero la gente que reconoce sus errores y que se propone corregir rápido. En buen tono, López fue insistente en esa tónica.

Cuando fui al turno de preguntar le indagué por el temor de que al igual que contra Junior los árbitros ensucien el partido en perjuicio del Deportivo Pereira. López se negó a tocar de fondo la crisis de confianza en el arbitraje; sin duda porque los temores son de otro orden.

Pero, se cumplió mi presagio. Fue así como el domingo en nuestras propias narices, el árbitro Delgado -con sangre a bordo- perdonó la roja a Cataño de Millonarios luego del descarado codazo en el rostro de Pestaña.

No solo en la política se hacen “jugaditas”. El fútbol es un negocio, como dice el propio Álvaro López. Yo digo que, además, no pocas veces es un negocio sucio. En el deporte como en la vida se gana y se pierde. Lo que sea, pero que enaltezca al género humano.

Fue degradante ver a Gamero sacando a Cataño y frente al túnel de occidental. Hasta las mujeres putearon a Cataño y al árbitro. Se llevaron su cargamento de madrazos.

Por ahora, Álvaro López nos hace olvidar presidencias de pacotilla. Ha probado que el Pereira -aunque todavía le falta para ser un equipo sólido- está para cosas grandes. Es lo que quiere la hinchada local, una de las mejores y más fieles del país.

Ojalá el Depor mantenga la senda de grandeza que promete López y que los pereiranos siempre hemos soñado y apoyamos sin reservas y con pasión.