SEGURIDAD ANTE TODO, UN CLAMOR CIUDADANO

No sé si los alcaldes de Pereira y Dosquebradas jugaron fútbol de torneos competitivos ni sé si fueron defensas. Fui defensa centro o back central como se decía en esos tiempos, pero con su obsesión de Mauricio Salazar y Roberto Jiménez por ofrecer seguridad ciudadana, se hace recordar la consigna que los entrenadores siempre nos imponían: ¡Seguridad ante todo!

De repente, en un articulado del Megabús y a todo pulmón dice: “Soy Mauricio Salazar, alcalde de Pereira y vengo a decirles que estamos muy comprometidos con la seguridad de los ciudadanos. En adelante, tanto en los articulados como en los buses urbanos vamos a tener policía encubierta para garantizarles a ustedes como ciudadanos, la seguridad que merecen”.

De pronto, mientras los pasajeros mostraban expresiones de “no lo puedo creer”, varios agentes de policía que estaban en el bus como simples parroquianos, sacan de sus morrales las gorras y chaquetas con las insignias de policía.

A su turno, el alcalde de Dosquebradas hace convocatorias ciudadanas para recoger las basuras, quizás por aquello de la parábola de la ventana rota según la cual, si se rompe el vidrio de una ventana ofreciendo ese aspecto de abandono, y nadie la repara, pronto las demás ventanas están igualmente deterioradas y a nadie le importa.

En ambos casos, hay mensajes directos a la conciencia ciudadana tan extraviada en los vericuetos de la burocracia, la arrogancia y los intereses políticos y personales que se juegan en el manejo transitorio del poder sin pasar del discurso a la acción contra el delito que campea en el territorio, ni a la formación y fortalecimiento del tejido ciudadano.

El pasado viernes en la noche, el alcalde Salazar acompañó a su alcalde nocturno Mauricio Vega (el bueno), a un recorrido por la zona rosa verificando que esos centros nocturnos cumplan las normas y advirtió que, “si un negocio es de mi mamá o de uno de mis hijos y no cumplen las normas, debe ser sellado sin contemplaciones porque hay que estar con la legalidad y hay que tener autoridad”.

Estos dos Bukeles de Pereira y Dosquebradas saben que solo tienen un año para meterse en el corazón de la ciudadanía, pero no sé si también deberían saber que cualquier cosa que hagan, si no tiene inmerso un programa de cultura ciudadana, ojalá como política pública, será lo más parecido al día sin carro y sin moto, o a la dieta que uno hace una semana y después vuelve al chicharrón y a las tajadas fritas.

El gran vacío de los gobiernos locales es la falta de interés en la implementación de un programa permanente, incluyente y estratégico de cultura y conciencia ciudadana enfocado en la apropiación del sentido de pertenencia por el bienestar en el territorio, el civismo, la solidaridad y en suma, por la calidad de vida de los habitantes.

Claro que eso no es fácil ni se hace de un día para otro porque se trata nada más y nada menos que de la transformación de los comportamientos, de derrotar la indiferencia, el individualismo y el importaculismo de estos tiempos de egoísmos y mezquindades.

Lo fácil no es desafiante. Del mismo modo que estos dos alcaldes saben que están haciendo lo que la gente ha pedido. Del mismo modo que otros se quieren sumar porque como dice Amparo Jaramillo Vélez, nuestra ciudad está creciendo y requiere como nunca antes, de la generosidad de quienes la amamos y nos hemos servido de ella.

De tal manera que si la seguridad ciudadana es un clamor generalizado, la cultura y la conciencia ciudadana es una política complementaria y necesaria, del mismo modo que como dice Pacho Maturana, que en el fútbol no basta ser buen jugador, es necesario ser buena persona.