¿El triunfo de Mauricio es un voto de confianza en el futuro? ¿Un rechazo al gobierno local actual?
En todo caso, es prematuro, cuando menos un prejuicio, lanzar augurios negativos o pesimistas sobre la gestión que se espera del nuevo alcalde de Pereira, Mauricio Salazar Peláez.
Con el paso de los días las buenas intenciones y propósitos superiores se van diluyendo y comienza a prevalecer el interés personal y de grupetos, como tantas veces se ha visto en la política local, para no ir más lejos. Al decir de Edward De Bono, “La historia es satisfactoria porque está aquí y podemos hincarle el diente”.
En especial porque existe la presunción subyacente de que los gobernantes de estos tiempos llegan al poder para buscar el beneficio propio. Los que salen y los que llegan.
De allí, que pese a que nunca pasa nada con los escándalos e investigaciones, lo que se espera es que haya eficiencia en la administración, ejecución efectiva de obras, soluciones prácticas a problemas complejos y que se perciba un gobierno cercano, que escuche a la gente y transmita un liderazgo positivo y transformador. Esos son los retos. Lo demás llega por añadidura.
Es necio negar que en ciertos sectores hay escepticismo y pocas esperanzas de un buen gobierno municipal. En el corto y mediano plazo lo sabremos, pero aún no es tiempo de la crítica y ojalá no sea necesario, porque los desafíos que la ciudad debe enfrentar en esta coyuntura y en este nuevo mandato local, son grandes y exigen grandeza.
Que la mayoría de los miembros de su gabinete no sean de apellidos de las castas tradicionales, no significa que sean mediocres. Hay que darles tiempo, que brillen ojalá con luz propia porque ahí estará la mirada escrutadora a la que todo servidor público está expuesto.
Por ahora Salazar escucha, evalúa y decide. He hablado tres veces con el nuevo alcalde. Me asegura que quiere hacer la mejor alcaldía de los últimos tiempos. Y devolverles a los pereiranos la confianza en su gobernante cumpliendo la promesa de ejercer autoridad.
Políticamente Mauricio Salazar cometería un error garrafal si desperdicia la oportunidad de hacer una administración histórica. Tiene por delante la enorme oportunidad de construir un proyecto sólido. Equivocarse es exponerse a de nuevo al voto castigador registrado en las urnas el 29 de octubre.
Salazar Peláez tiene un mandato políticamente amplio que debe consolidar con un adecuado respaldo político en el Concejo. Allí no parece tener problemas.
Igual, antes que lleguen las frustraciones y desesperanzas, tiene un generoso y claro mandato que debe aprovechar en el primer año de gobierno.
Por el bien de Pereira, que al nuevo alcalde no se le escape el momento, depende sólo de él.