JUAN MANUEL BUITRAGO, UN PEREIRANO BRILLANTE

Llegó como siempre, tranquilo, lento, con su eterna y bien cuidada barba candado y con la mirada soñadora de quien, por anticipado, quiere saber qué puede pasar con sus ideas, aunque al final no pase nada.

Me había llamado pocos días antes para decirme que quería hablar en mi programa Puntos de Vista porque tenía una propuesta para que Pereira algún día, tuviera un transporte público de monorriel limpio, ágil y cómodo como existe en Tokio Japón, desde hace muchos años.

No había nada raro en que una idea de esa naturaleza saliera del cacúmen de Juan Manuel Buitrago, uno de los pocos personajes nuestros que piensan por fuera de la caja.

Su fallecimiento me trajo anécdotas, entre ellas, del día de la elección de César Gaviria Trujillo como presidente de la República.

La sede de RCN Pereira en el piso 16 de la calle 20 6-30 queda pocos pisos arriba de la oficina de su esposa la abogada y exministra Luz Estela Arango. Subió y me entregó un escrito de menos de media carta. Era un cuento corto surrealista de un hombre que se quedó dormido y en su sueño aparece un hueco. Dentro del sueño, despierta y lleno de curiosidad se mete por el hueco y cae al otro lado dándose un fuerte golpe. Entre aturdido y sorprendido el hombre lee una enorme valla de campaña electoral que dice: Bienvenidos al futuro.

Ese era Juan Manuel Buitrago. Así lo recordaremos por siempre. Como un gran señor contradictorio e irreverente pero respetuoso; el ingeniero José de la Cruz Velásquez dice que desde cuando fue estudiante del Liceo de Los Andes, era irremediablemente brillante rayando en lo genial. Le decían Pitágoras. Y pasó de la Universidad Nacional a la Escuela de Minas sin examen de admisión.

Buitrago no se sentía diferente, pero lo era. Fue inteligentemente atrevido, pero en especial, dueño de una carga de humor serio y corrosivo, repleto de apuntes repentistas con sobredosis de ironía.

Conocí al ingeniero civil Juan Manuel Buitrago durante más de cuarenta años haciendo propuestas e ideas que para algunos eran locuras y excentricidades, que, en realidad, nos ponían a pensar y a tratar de entenderlas y entenderlo.

Fue así como hicimos las dos últimas entrevistas que concedió en sus 81 años de vida, publicadas el 14 y 19 de septiembre. Su hija María Clara me dice que las disfrutó. Ahí están en GQ Tu Canal en YouTube. Además de un resumen a manera de tributo a su memoria publicado el viernes 17 de octubre, mismo día de sus funerales.

Su propuesta de tren es elemental. Construir un monorriel (en Disney lo hay), con pilonas ubicadas a lo largo del separador central de la Avenida 30 de Agosto hasta Cerritos, desde la estación del Megabús en el Parque Olaya. Me dejó dibujos y fotografías de casos similares en otros países que él conoció.

En 2013 cuando se iniciaron los estudios para la construcción de la terminal de pasajeros del Aeropuerto Matecaña, me dijo que era una obra innecesaria porque el Centro Comercial Unicentro -por esos días casi desocupado- era ideal y que bastaba con hacer un túnel debajo de la pista.

En 1982 siendo Juan Manuel director de Valorización Departamental, el presidente Belisario Betancur y el gobernador Germán Gaviria Vélez lo comisionaron para ir al Inglaterra a conocer un viaducto que estaban construyendo y que querían como referencia para el proyecto de viaducto Pereira-Dosquebradas. Me contó que al final no le pagaron los gastos del viaje, pero presentó el proyecto.

En el espantoso terremoto del 8 de febrero de 1995 siendo alcalde encargado, con pasmosa serenidad tomó los micrófonos de las emisoras y llamó a la población pereirana a la tranquilidad y la solidaridad.

Su capacidad de crítico sardónico no tuvo límite. Cuando se posesionó como Secretario de Hacienda, a su lado estaba Pablo Edison, un empleado que se le presentó diciéndole que llevaba cinco años trabajando allí. -Ha durado mucho- le respondió con cierto tono de ironía.

Misma ironía que usaba para criticar a ciertos millonarios y empresarios locales de los cuales decía que gustaban del protagonismo, pero son unos tacaños, antagonistas de los empresarios que en la primera mitad del siglo XX hicieron grande a Pereira.

Al medio día del pasado jueves 16 de noviembre, en la Clínica Comfamiliar, el formidable corazón y el brillante cerebro del gran pereirano que fue el ingeniero Juan Manuel Buitrago, se resistieron a seguir soñando.