LOS NUEVOS ALCALDES DE PEREIRA Y DOSQUEBRADAS

Lo primero que esperamos de Mauricio Salazar y Roberto Jiménez, es que pasen la página y que, con todas sus letras, se pongan del lado correcto de la historia de la Pereira y la Dosquebradas por construir.

Nada más desgastante y polarizador que gobernantes con retrovisor sobre lo que quedó mal hecho o se dejó de hacer. De eso ya se ocuparon columnistas, medios de comunicación y el electorado castigador.

Los alcaldes de Pereira y Dosquebradas nos deben un diálogo fluido para concertar proyectos que hagan sentir la presencia de autoridad en el territorio metropolitano con soluciones al caos de movilidad vial, seguridad ciudadana y la criminalidad amenazante.

Mauricio Salazar tendrá recursos económicos y financieros suficientes. Un presupuesto del sector central anual de un billón trescientos mil millones de pesos. O sea, más de cinco billones de pesos en el cuatrienio.

Dosquebradas tiene un crecimiento urbanístico, industrial y empresarial muy importante. Debe finalizar la tarea del POT, ponerle orden y autoridad a la administración buscando que el recaudo de impuestos refleje avances visibles.

Queremos ver manos a la obra. Un plan de acción y ejecución que evite el deterioro de la calidad de vida en frentes sensibles y visibles. Que se note que tenemos alcaldes eficientes.

Queremos buenas prácticas y soluciones urgentes que recuperen la confianza en lo público. Ocho años de estrés con la absurda glorieta de Corales han sido una larga penitencia. Igual, otros puntos críticos como Turín, requieren rápida intervención.

No ignorar el riesgo hídrico urbano y rural que se nos vino encima con el cambio climático. La caótica movilidad vial por el viaducto y puente Mosquera exige esfuerzo conjunto de ambas alcaldías en coordinación con el gobernador Juan Diego Patiño e Invías.

Queremos cultura ciudadana. Hay deterioro del sentido de pertenencia. Los alcaldes han sido ciegos y sordos a la oferta de cultura del buen comportamiento y conciencia ciudadana, ahora con mayor razón que llegan gentes de otros lares a sentar raíces.

Todo buen gobierno exige cuatro factores claves de éxito: Un plan estratégico que defina retos y logros. La estrategia es el 20%. El 80% es mística, sudor y trabajo por cuyo motivo, el plan exige seguimiento y evaluación permanentes.

No habrá plan, ni seguimiento, ni ejecución exitosa sin un equipo de colaboradores con compromiso, que adoren la excelencia y la pasión por el trabajo. Eso requiere desde el nivel jerárquico respeto y estímulos. El cuarto factor clave: tomar decisiones oportunamente.

Es un error no desear éxito a los nuevos mandatarios. Lo que es bueno para los ciudadanos debería ser bueno y suficiente para los alcaldes.