EL BAILE DE LA PUBLICIDAD POLÍTICA

Apenas comenzó la recta final de la campaña electoral a la alcaldía de Pereira y ya se notan los afanes de algunos candidatos de mostrar su superioridad.

A esta altura del proceso electoral están prácticamente consolidadas las adhesiones de otros partidos y movimientos políticos que se supone ayudan a sumar votos y trabajo político de campo, aunque en la práctica, es más lo que restan algunas adhesiones.

Los políticos de Pereira saben que aquí se han dado casos en los que se ha crecido el enano y el súper favorito ha sido derrotado incluyendo el cacique político de turno.

Es verdad que la propaganda política es el mecanismo ideal para posicionar en la mente de los electores la foto que aparecerá en los tarjetones, exhibir fortaleza, tener mayor promoción y visibilidad, enmascarar debilidades, superar la desfavorabilidad o negativo que registran algunos candidatos en las encuestas de opinión e intención de voto.

También se dice que la avalancha de propaganda es producto del nerviosismo e incertidumbre electoral que hay al interior de las campañas más robustas en publicidad y con más músculo financiero ¿Será?

Álvaro Uribe Vélez recién dijo que en “Pereira el voto es particularmente rebelde”. Y si alguien sabe del comportamiento político local es Diego Patiño Amariles quien dijo que “el Partido Liberal tiene todo para ganar, pero no la tiene nada fácil”.

El problema está en la desigualdad de los espacios públicos que por serlo, deberían parecer más democráticos y no tan avasalladores como se está registrando con las vallas y pendones, elementos publicitarios de altos costos, pues el arrendamiento mensual de una valla bien ubicada no vale menos de seis millones de pesos + Iva.

Las empresas que tienen vallas además de las costosas estructuras tubulares deben pagar trabajadores, impuestos y arrendamiento por los predios, incluso durante los tiempos fríos cuando nadie está interesado en anunciar nada. Esto para señalar los altos costos de la publicidad política en los cuales un candidato se puede gastar entre el 40 y el 50 por ciento del presupuesto de la campaña.

De allí que la publicidad es también una manera de abrumar las candidaturas que no tienen tanto dinero y a su turno, las candidaturas independientes y de oposición arrecian denunciando la existencia de “ríos de dinero” en ciertas campañas.

El baile del dinero apenas está empezando. Corre el rumor de que en la última semana de octubre habrá un desbordamiento de dineros en algunas campañas. Sabremos entonces si en una campaña política lo único que vale es el derroche de billete.

El decreto de restricción de propaganda en la vía pública expedido por la Alcaldía le marcó un paso fastidioso y discriminatorio porque saca del baile “a los que sobran”. Se quedan sin los únicos espacios para hacer sus campañas. La demanda a ese acto administrativo está en curso. Ojalá el fallo judicial no sea para navidad.

Son malucos los comentarios contra la decisión prohibitiva de la Alcaldía con la propaganda audiovisual en las vías públicas. A las candidaturas de menores recursos económicos las puso a bailar con la más fea.

En sana crítica no se justifica y es un exabrupto el afán de la Alcaldía de predicar la estética electoral. La sola invasión de vallas por sí misma es una exposición excesiva de contaminación visual, para no entrar en detalles del mercado persa de enormes sombrillas, montañas de maletines, ventas de aguacates, chontaduro y otros productos que ocupan el espacio público y convirtieron a Pereira en una galería a cielo abierto.

El alcalde Maya y este servidor tenemos una relación cordial, pero no respiramos por el mismo lado, lo que me permite, con el debido respeto, recordarle que en Derecho las cosas se deshacen como se hacen.

De allí que le sugerimos que, como demócrata que dice ser, debería derogar ese decreto indeseable y simplemente exigir a todos los partidos que deben dejar la ciudad limpia al día siguiente de las elecciones, es más que suficiente. Sólo los inteligentes corrigen.