Ya no es un secreto que en el escenario del empresariado risaraldense se viene
presentando de tiempo atrás, un ambiente de discordia y agrietamiento para nada
conveniente para la institucionalidad, que, sin duda alguna, es uno de los activos
históricos que han impulsado el desarrollo de Pereira y la región.
Un evidente clima de pugnacidad y choque de trenes institucionales es para nada útil y
constructivo a esas organizaciones, e incluso, a las personas que representan esas
entidades de carácter gremial o corporativo, justo cuando la ciudad tiene tantos retos
en todos los frentes y los risaraldenses tantas expectativas y necesidades.
La relación de parceros entre políticos y empresarios o representantes de estos, no nos
lleva a ningún Pereira. No deberían olvidar que las personas pasan y las instituciones
quedan. Sino es que antes las destruyen.
En Pereira tenemos la predisposición a la nostalgia de los liderazgos empresariales de
antaño que siempre y sin grietas, nos enseñan lo que es poner los caros intereses de la
ciudad por encima de la política partidista tan dañina cuando se descompone en esa
politiquería ególatra y clientelar que tiene como único fin la detentación del poder
bajo el signo del sometimiento indigno.
No tenía nuestra parroquial historia, noticia alguna sobre un congresista que se
atreviera a decirle a un dirigente gremial o del empresariado local, que, “no me gusta
que se tomen decisiones pasando por encima de mí”. Ello es lo más próximo a un
modelo de gamonalismo en pleno siglo XXI, cuando la inteligencia artificial nos anuncia
que los políticos podrían desaparecer.
Es larga la historia de líderes gremiales con autonomía de vuelo. Sin dejar de ser lo que
políticamente fueron, liberales como Gonzalo Vallejo Restrepo y Guillermo Ángel
Ramírez dirigieron la creación del departamento de Risaralda con la ayuda de políticos
como Camilo Mejía Duque, Gabriela Zuleta. Jaime Salazar Robledo y Bayron Gaviria,
quienes en su momento hicieron en el Congreso lo que debían hacer y punto. Hoy la
historia, casi los ignora, a decir verdad.
Líderes de origen conservador a ultranza como Manuel Mejía Robledo fundaron la
Sociedad de Mejoras de Pereira y a pulso hicieron grandes obras orgullo de la ciudad.
Comunistas declarados como el médico Santiago Londoño Londoño y Gildardo Castaño
Orozco marcaron una era de protagonismo al servicio de la ciudad y la región.
De tal manera que tenemos el deber moral e incluso político -en el sentido prístino de
la palabra- de diferenciar entre lo que es un liderazgo creativo y transformador y lo
que es un cacicazgo soportado en el sometimiento y la disciplina para perros. Con el
perdón de los canes, hoy en día más libres y más nobles que muchas personas.
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