*Clístenes, el padre de la democracia ateniense definió democracia como “El gobierno del pueblo y para el pueblo”, pero solo eran considerados pueblo: los nacidos en la ciudad, los varones mayores de edad; no lo eran: ni los esclavos, ni las mujeres, ni los foráneos, ni los jóvenes y niños.
“El pueblo unido jamás será vencido” se corea en las calles, pero cual es el pueblo que hoy reclama el presidente Petro, como la suprema autoridad que le apoya y respalda sin pedir recibo.
El pueblo, aquel que convoca a las calles, esos miles de personas, algunas transportadas desde lejos, o los que acuden para recibir un premio por asistir a las interminable peroratas sobre la desaparición de la especie humana, como razón que justifica las medidas que encarecen y hacen desaparecer: el pan y la gaseosa, la gasolina, la electricidad, las medicinas y los hospitales, y de otro lado la reaparición de los secuestros y masacres, de los bloqueos que hacen la vida imposible a tanto pueblo, esa gente, a la que ahora le dicen obedecerá a una etérea coordinadora, es un pueblo que se reduce, como el fuelle de un acordeón y hace evidente que no representa a la mayoría de los colombianos.
Señor presidente Petro, su pueblo no incluye a todos los hombres y mujeres que habitan en Colombia, no, su pueblo se está reduciendo a medida que más y más ciudadanos sienten que les están arrebatando sus libertades, sus derechos, sus ingresos, es aquel al que le es más difícil conseguir el pan de cada día, ese, su pueblo, es: la horda que destruye, los prepagos que cobran por adelantado, los burócratas y fanáticos.
Ese que usted llama pueblo no atendió su llamado al paro, tampoco lo acataron los millones que caminaron para: laborar, para estudiar, para atender a las citas médicas, o los empresarios, o los dueños de la tienda del barrio que abrieron como lo hacen todos los días y a todas horas, tampoco los vendedores de dulces y cigarrillos, de especies e inciensos, de loterías y rifas, los lustrabotas y buhoneros, esa enorme multitud de menesterosos quienes no reciben nada de su reforma laboral y padecen por el fin de la atención a su salud y menos las amas de casa que no se sindicalizan, o los policías y soldados guardianes de la seguridad y las leyes, presidente los progres no son las mayorías delirantes que le perdonan todo.
La democracia ha evolucionado, parte de principios inmutables como son la igualdad ante la ley, la igualdad de derechos y obligaciones sociales, pueblo también son sus adversarios, así la democracia es el gobierno de las mayorías pero respetando los derechos de las minorías, por lo tanto no son democráticas aquellas etnias o conglomerados que aún hoy en día son gobernados por lo opuesto, ya que obedecen sin preguntar razones a caciques y chamanes, también hacen parte de esa multitud los sometidos a tiranos, en la acepción moderna de la palabra, aquellos que están robando desaforada y descaradamente, como le pregunta Julio Sánchez, ¿será que usted no ha encontrado a alguien quien no esté encartado para entregarle el manejo de lo público?
Sus marchas y huelgas terminan en el despliegue de los combos de encapuchados violentos, destructores y agresores de la gente inerme, estos nuevos paramilitares quienes disfrazados armados de: cohetes, drones, machetes y garrotes, incendian, torturan y violan el derecho a: la vida, a la propiedad, al buen nombre, a circular por el suelo de la patria, todo ese combo vive y disfruta del dinero del estado, mientras que los colombianos, el pueblo, sufre y espera sin muchas esperanzas, que no le roben, además de lo que ya le han birlado, también las elecciones, como lo hacen los dictadores.