Aunque el maestro galileo se cuidó de advertirnos que su reino no es de este mundo parece indiscutible que, al menos desde el año 390 cuando el catolicismo fue impuesto por el emperador Teodosio como religión oficial, esta confesión ha tenido que ver mucho, muchísimo, con el poder temporal: o sea con la política activa.
Una muestra de ello vino a mi mente recorriendo el magnífico templo de San Pedro, en el Vaticano, en cuya planta principal destaqué solo dos sepulcros de personajes que fueron propiamente políticos: la reina Cristina de Suecia, quien, en el siglo XVII, además de ser connotada humanista y protectora de Descartes abjuró públicamente del luteranismo, y otro más reciente que guarda los restos del papa Juan Pablo II… un auténtico hombre de estado cuyas actividades prácticamente desmoronaron el sistema comunista que regía los países controlados por la Unión Soviética.
A este respecto debemos agregar que la mayoría de los historiadores y especialmente los llamados “vaticanólogos” acostumbran minimizar las actuaciones específicamente políticas del catolicismo; reduciendo el perfil de sus principales actores mediante una especie de prejuicio según el cual la misión apostólica de la iglesia católica debe ser exaltada teniendo en cuenta principalmente la dimensión espiritual de sus múltiples actividades.
Tal vez por ello el papa polaco no figura en la historia oficial de esta Iglesia como lo que realmente fue: el más exitoso adversario terrenal del sistema creado por Lenin y Stalin. Juan Pablo fue el primer estadista en advertir las debilidades intrínsecas de los gobiernos comunistas y en explotarlas políticamente.
En determinado momento utilizó los servicios de nuestro pereiranísimo cardenal Castrillón para convenir con el presidente Reagan unos esfuerzos que desestabilizarían el régimen polaco, echando mano de los sindicatos obreros que controlaban allí los católicos: lo cual se tradujo en una verdadera reacción en cadena sobre otros países como Hungría y Checoeslovaquia, para socavar de tal manea el sistema que culminó con el hundimiento de la mismísima Unión Soviética: he aquí la obra del papa Juan Pablo ¡ Un político tan exitoso… que llegó a santo!
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Alfonso Gutiérrez Millán es abogado de larga trayectoria tanto en el sector público como privado habiendo sido Notario Tercero de Pereira, profesor universitario y excenso escritor ensayista cuyo estilo con profundidad filosófica y política se refleja en cada uno de sus textos. El Dr. Gutiérrez Millán es columnista de GQ Tu Canal.
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