Estamos de acuerdo en rechazar la guerra, la más brutal de las conductas humanas, si usted condena la que se está librando entre el Estado de Israel y la organización paramilitar que gobierna a Palestina, tragedia que ha causado miles de muertos, y si, con la misma razón, la masacre que desató Hamas cuando mató a 1.200 judíos, secuestró y torturó a otros 250 entre ellos a centenas de mujeres y niños; si con el mismo criterio rechaza los 270 cristianos masacrados en El Congo este año, o los 2.296 de los considerados infieles por los yihadistas, todos ellos decapitados en Nigeria también en el 2.025, si rechaza los 400.000 muertos que ha causado Rusia en Ucrania, y a los mercenarios Wagner y los Coreanos de Kim Il Jong II, si no comulga con las torturas y crímenes de Maduro, si se siente horrorizado por los 40.000 colombiano que han sido asesinados durante el gobierno de quien se declara el defensor de la vida allá y poco hace acá, en pocas palabras estamos del lado de los que defienden la vida sin importar su: color, raza, creencia o religión.
Por el contrario, quienes, con el indiscutible argumento de velar por la vida, lo que en realidad muestran es la condena a unos y el apoyo a otros violentos, ellos no defienden la vida, atacan, como lo ilustró una niña, la que vivió a todos los ejércitos que por su pueblo pasaron, a quien se le preguntó ¿cuáles fueron los más crueles?, ella respondió: “todos fueron soldados”.
Mientras que el pueblo Palestino, el que sufre y padece y pone los muertos, marcha en contra de la organización guerrerista, la que disparó la chispa que encendió la hoguera causante de su desgracia, y obligó a Hamas aceptar el plan de paz y así regresar a los secuestrados y entregar el poder político a no combatientes, reconociendo que el sacrificio al que sometió a su pueblo, en su guerra a muerte, ya era demasiado, esa batalla que pusieron en marcha para lo lograr lo que están logrando, que se despierte, hoy como ayer, la xenofobia, en contra de su enemigo ancestral, el que ha respondido, como era previsible, con violencia y destrucción sin límites.
Los fanáticos, personalizados en Colombia, aquellos que ayer destruían, quemaban y lanzaban bombas en las calles, ahora son convocados para defender la paz allá con la violencia aquí, ellos degradan el reclamo de los muchos quienes, como nosotros, rechazamos la guerra en todas sus manifestaciones y el asesinato de combatientes o inermes víctimas.
La atracción de los opuestos aunque resulte inexplicable, se repite en lo social, así los Nazis de Hitler quienes masacraron a seis millones de judíos, ahora encuentran, en la extrema izquierda, aquella que reclama ser lo opuesto a ese genocida partido político, a quien repite el odio racial contra el pueblo que los de la esvástica masacraron, los que se apellidan demócratas filando al lado de emires y ayatolas, las mujeres y quienes se sienten como tales vistiendo como aquellas sometidas a una vida sin derechos y sin libertades, las defensoras de la feminidad apoyando a quienes le exigen a sus congéneres la burka que las envilece.
Quinientos ciudadanos, ellas cubriéndose como las musulmanas, con el indiscutible argumento de llevar ayudas humanitarias, en yates de lujo, de los cuestan US$ 6.000 diarios, embarcaciones que no tienen capacidad de portar toneladas de ayuda, aparecen en la red repitiendo estribillos prefabricados y sin mostrar los alimentos y medicinas, cuando lo que necesita el pueblo palestino, con extrema urgencia, es que cese la guerra, más que las migajas lanzadas al mar en tarritos de plástico.
La masiva destrucción en esta guerra, se parece a la que hacen los rusos, que tal aquella bomba con la que casi matan a nuestros Héctor Abad y a Catalina Gómez Ángel. ¿Cómo sería una guerra justa y proporcionada, tendrá fin una en la que uno de los bandos tiene como único propósito borrar de la tierra a su adversario?
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Juan Guillermo Ángel Mejía es ingeniero industrial de la Universidad Tecnológica de Pereira. Exalcalde de Pereira y exsenador de la República. Es un pereirano de todas las horas y columnista de GQ Tu Canal
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