DEPORTIVO PEREIRA: FACTOR COMÚN QUE NOS UNE

Los habitantes de nuestro territorio tenemos en el Deportivo Pereira, históricamente, un factor de identidad común. El equipo representa fusión de intereses de todo género y en esencia, es símbolo y emblema del colectivo social y el buen nombre de la ciudad.

Con nuestro equipo de fútbol profesional sucede igual que con las demás instituciones de nuestra ciudad y nuestra región, algunas de ellas internas y otras compartidas, entre otras de estas últimas, el Canal de Televisión Telecafé, hoy en crisis.

Las instituciones locales se caracterizan porque son acervo de capital que además del simbolismo, con el paso del tiempo por el servicio social que prestan, la dinámica económica que generan, los intereses personales, empresariales y de negocios que involucran, se meten en el alma, el sentimiento y las emociones locales generando el fenómeno más necesario de cualquier sociedad humana: el sentido de pertenencia.

Y eso significa, palabras más palabras menos, que son instituciones que están en la epidermis de los pereiranos y risaraldenses y que alguien puede ser presidente, gerente, director o administrador e incluso propietario o concesionario y solo lo será transitoriamente, porque como con tanta certeza se afirma, las personas pasan y las instituciones quedan.

De allí que uno de los mejores ejemplos de nuestra historia local sean instituciones -algunas de ellas casi centenarias- como el Deportivo Pereira, el Aeropuerto Matecaña, la Sociedad de Mejoras de Pereira, la Díócesis, el Batallón San Mateo, la Cuenca del Rio Otún, la Alcaldía y la Gobernación, Comfamiliar, el Hospital San Jorge, entre otras tantas respetadas y respetables.

Traigo al Pereira como ejemplo típico porque es imposible arrinconar la inolvidable noche de campeón del 2022 que como pereiranos nos hizo levitar como la mejor ciudad del mundo, y de paso, capaces de superar crisis endemoniadas y días de vergüenza para el olvido, pero que están en la historia que supongo quedarán consignados como lecciones aprendidas en el libro que sobre los 80 años del Deportivo Pereira está escribiendo mi amigo, el periodista Hugo Ocampo Villegas.

En el fútbol como en la vida, “Hay unos días más azules que otros”, según solía decir con contundente acierto el poeta Porfirio Barba-Jacob.

El Deportivo Pereira que nos ilusionó en el primer semestre 2024 en la semifinal frente al Bucaramanga, reinició temporada anunciando días de grandeza y expectativas de gloria deportiva.
Pero viene de pasar unos días grises, muy opacos y de incertidumbre que a punta de actitud, profesionalismo y respeto por la ciudad y esta estupenda afición, ha venido mejorando paulatinamente devolviéndonos la confianza y expectativas positivas.

En esta columna he pedido que al tiempo que opinemos sobre el desempeño del equipo, (así como lo hacemos con nuestras instituciones locales), defendamos, acompañemos y rodeemos al equipo en estos momentos difíciles, en estos días grises.

Se lo he dicho personalmente al técnico Luis Fernando Suárez -cuya trayectoria nacional e internacional nadie se la ha regalado- que él y sus jugadores, a pesar de las contingencias tan propias del fútbol como juego y como negocio, con pundonor y sobre todo con esfuerzo, tienen con qué seguir dándole nombre, alegrías y gloria a la ciudad.

Así lo manda el himno inmortal de los pereiranos: “Salve al esfuerzo de mis heroicos y buenos hijos que con amor, me dieron nombre, me dieron fama, me hicieron grande, me dan honor.”

De eso se trata el sentido de pertenencia, elemento clave para entender cómo y porqué nuestras instituciones son factor común de la sociedad que conformamos y el territorio que nos habita y en consecuencia, nos deben doler un poco más y por encima de los egos y la administración de diferencias.

2 COMENTARIOS

  1. El Pereirita, como le decimos de cariño, está y estará ligada siempre a nuestra vida. Inolvidables tardes de domingo, cuando el fútbol era los domingos, saliendo con el corazón roto la más de las veces, pero regresando una y otra vez a vitorear al rojiamarillo. Luego como parte del inicio de la vida profesional y ahora como compañero de las distancias cuando por razones de la vida y el trabajo debimos emigrar a otros lares. Los días de fútbol del «Grande Matecaña» no importa donde juegue el equipo me enfundo la camiseta con esa primera gloriosa primera estrella y con esos 11 de la cancha a través de la radio o la tele, sigo ligado al terruño. Que buena columna Luis. Siempre corazón de Lono

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